¿De qué nos vale ser felices y estar buscando solo nuestra felicidad si los demás, aquellos que comparten con nosotros y los que no, no lo son? Ya tenemos conciencia para recordar que la felicidad de manera individualista no es felicidad, es una proyección del pensamiento que tenemos sobre ella. Me pregunto: ¿se puede ser feliz sabiendo que los demás no lo son?
A veces es difícil explicarme; las palabras en muchas ocasiones están estigmatizadas y limitadas, sobre todo cuando quiero mostrar cómo el programa, la educación competitiva en ser los más, los mejores, nos boicotea, entendiendo por ello que lo correcto es solo nuestro YO y los otros que se busquen la vida. Tengamos presente que es SER nuestra mejor versión, no es ser mejor que los demás, y los demás nos ofrecen espejos para poder serlo. ¡Esta vida es de todos y todos tenemos el derecho de poder disfrutarla!
Si ya somos, somos tanto en cuanto los demás son… ¿De qué nos vale llegar a esa ansiada y anhelada felicidad del tener, del conseguir… si los demás están sufriendo, están afligidos y llenos de dolor… ¿eso es felicidad? No abandonemos la intención de SER nosotros mismos, ¡La Felicidad es SER!
Paremos a discernir por un momento… y observemos si eso es lo que hacemos con todas nuestras búsquedas de la felicidad… si la visión que tenemos de ella es colectiva o no, si lo único que nos importa es solo nuestro yo con todos sus derivados: familia, amigos, entorno más cercano, etc. Recordemos que para que haya victoriosos, debe haber derrotados… ¿Y si todos ganamos? Seguro que así sí definiría nuestra humanidad.
Algunos de nosotros, cuando estamos en el camino que entendemos por «espiritual» —ese camino que nos dice qué tenemos que hacer para ser, cuando ya somos, siempre hemos sido—, adquirimos la creencia de que cuando hemos alcanzado todo el conocimiento que se nos imparte y hemos estudiado ese conocimiento, ya tenemos la capacidad de ser maestros o… y empezamos a intentar materializar nuestra ilusión, el camino suspirado, el camino pensado… Solo nos ocupamos de nuestra proyección individual e individualista, porque solo existe un objetivo: nuestro YO y YO…
Un «maestro» no es aquel que tiene muchos seguidores, ni tampoco el que tiene esa pretensión; esa sería la consecuencia, la reacción o el efecto… sino es aquel que cuando comparte vida con nosotros nos incita y nos invita a que encontremos el maestro que hay en nuestro interior… y hagamos sucesivamente por creencia propia lo mismo con los demás…
El encuentro es individual en el colectivo que formamos, el encuentro es solo pero no en soledad, el encuentro es gracias a los demás que nos lo permiten… Cuando nos encontramos, solo queremos que los demás se encuentren como nosotros lo hemos hecho… e incluso más allá para que también sumen a nuestro proceso y al proceso, ¡eso es SER UNO!
Todos somos maestros de nuestra vida
TODOS SOMOS
#Gotitasdeagua888
