ALIGERAR EL EQUIPAJE
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ALIGERAR EL EQUIPAJE

Aligerar el Equipaje


Aligerar el equipaje, así es…

—¿Quién de nosotros, si pudiera hacerlo, no negociaría aligerar el equipaje emocional que nos atormenta?—

Lo cierto es que nos gustaría; sin embargo, aun pudiendo hacerlo, a veces es muy difícil.

Somos el programador y el programa.

Esa gran dicotomía la hemos de ajustar y conciliar, y eso lleva su tiempo. Su reprogramación, de vez en cuando, se consigue, y otras se intenta.

Desde mi observación, siento que comenzamos a estar preparados para atendernos, escucharnos y, si fuera necesario, repararnos.

Empezamos a ser conscientes de que lo que hemos hecho hasta ahora para vivir nuestra vida, en ocasiones, no nos define a nosotros mismos, sino que define los principios ideológicos y morales por los que se guía esta sociedad.


Estamos hartos de luchar, de pelear como jabatos, para no sentirnos cuestionados y culpables.

Nuestra prioridad suele ser atender el miedo antes que a nosotros, el miedo que nos produce no ser validados y lo importantísimo que es tener la aprobación.

Es muy complicado, a veces, “vaciar el equipaje emocional”, porque son sentimientos intensos que tambalean nuestros cimientos, esa aparente verdad que pisamos, que establece, que precisa quiénes somos y eso nos hace sufrir, cada vez que no conseguimos el objetivo anhelado de ser estimados, considerados y respetados.

Es enrevesado querer y no poder, intentarlo y no conseguirlo, esforzarse y no lograrlo… Salir de ese bucle incesante de pensamientos desesperados e incluso, a veces, penosos.

Nos sentimos atrapados, porque la línea que diferencia la aceptación del proceso y la del respeto a uno mismo, es muy delgada, es muy fina…


—¿Somos comprensivos, compasivos y humanitarios o intolerantes, crueles e inhumanos?—

Cuando llegamos a la vida de alguien o llega alguien a la vida nuestra, con un pasado vivido, y puede ser que ese pasado, desde nuestra visión, sea antagónico a como percibimos nuestros valores, los principios morales por los que se rige nuestra vida.

Ese ser no llega de manera casual y nosotros no elegimos de quiénes nos enamoramos; llega porque algo nos tenemos que aportar… Mientras nos vamos conociendo, empezamos a abrirnos y a desvestirnos de esa nuestra verdad, y al ir despojándonos de todo ese sumario, a veces empezamos a sentir lo opuesto, lo incompatible, lo inadecuado, e incluso en ocasiones, lo irreconciliable.

Normalmente, cuando eso es así, casi todos los pensamientos van dirigidos a la exclusión, a la ruptura, son cíclicos e intensos, y además, deambulan constantemente.

En todo ese viaje fascinante de desarrollo nos sentimos tontos, estúpidos, bobos, como que estamos renunciando a nosotros mismos y puede ser que esto sea así, por tanto, nos cuesta mucho rendirnos ante ese enjuiciamiento de validez por nuestra forma de visualizar el mundo, la manera de cómo hay que vivir, pero…


—¿Y si no es así?— —¿Y si lo que estamos experimentando es la capacidad de amarnos a nosotros mismos, por amar al prójimo en su proceso de encuentro?—

Cuando elegimos conscientemente, no renunciamos, sino que elegimos qué queremos vivir; ese es el foco desde donde proyectamos, el epicentro donde elegimos, no hay división con el corazón.

En el mundo de lo relativo en el que vivimos, todo es complejo y a la vez sencillo, todo es válido; lo que nos distingue es la sabiduría con la que nuestra consciencia elige y decide las acciones que acomete.

Si las acciones nos reafirman y nos hacen sentir realizados, tenemos el centro de nuestra energía en la elección, en la decisión; si no es de esta manera, entonces el centro de nuestra energía lo tenemos en la renuncia a ser nosotros mismos… y probablemente eso nos haga querer abandonar, dimitir, desistir.


Es tarea ardua, porque no sabemos si estamos acertados en nuestra elección, o si estamos dejándonos llevar por no saber dar orden al sentimiento. El caso es que ese pleito, esa causa en nuestro interior campa a sus anchas, sin previo aviso, ni contemplación, ni compasión, a cualquier hora, haciendo daño, mucho daño.

Son de esos momentos en los que se nos pone un nudo en el estómago, aparece la ansiedad y el nerviosismo, la intranquilidad es parte del día, porque el equipaje está lleno. Además estamos debilitados por el intenso esfuerzo de cerrar la maleta del desasosiego que lleva el equipaje del boicot y la impaciencia, incluso a veces, también lleva el intenso chantaje emocional que en ocasiones nos puede engañar, traicionar y someter.

Por eso tenemos el afán y el empeño de cerrarla bien, para que no nos dañe más.

< Nos sentimos impotentes, vacíos e incluso acabados y destrozados >


Son momentos muy difíciles, y aligerarla para descansar se complica; el tiempo ayuda, pero solo hasta un punto, el permitirnos transitarlo también, sin embargo, ese camino se hace solo, es difícil compartirlo.

Aun no solemos estar preparados para hacerlo juntos; el miedo a la desnudez es profundo y penetrante, exponernos ante el discernimiento y el entendimiento de las partes es potente, y se requiere gran madurez y templanza, nuestros sentimientos están a flor de piel y el miedo a perder —en sus cotas más altas—.


Debemos esperar hasta que nos llegue cuál es nuestra elección, si la de continuar aun con esas verdades vividas, o no; eso es personal y solo nosotros lo podremos saber.

No por eso se inicia el “aligeramiento del equipaje”, no obstante, eso es un grandísimo avance, que nos permite ir abriéndonos a definirnos si así fuera, en la complicidad de SER una unidad formada por dos seres que transitan el desvestimiento natural del proceso, del miedo que nos produce nuestros propios límites.


Tener el control, para ser aprobados o no sufrir tanto, quizás es —esa apuesta, esa jugada, ese envite—, a lo que llamamos perdón, o quizás estamos descubriendo que nuestro perdón es lo que está más allá del mismo perdón.

Desafiar el mismo miedo, transitando el miedo que nos puede y paraliza, cuando por fin nos llega esa llamada, la señal, el grito interno que con brío y arrojo, valentía y gallardía, pensamos de manera directa, sin poner cortapisa, ni restricción, liberándonos a observar y saber lo que un día hicieron, tal y como fue.

Esas páginas escritas de su diario de vida, algo que nosotros no hubiéramos hecho y que tampoco hubiéramos permitido, ni siquiera imaginado hacer… y con decisión, le decimos a los pensamientos de dolor: stop, para ya… que tenemos derecho a elegir, aun con este miedo, a entregarnos con autenticidad y legitimidad, sabiendo que el otro nos muestra la oportunidad de experimentar la confianza en nosotros mismos, en nuestra preferencia.


La FE de caminar con el otro ser que vino a vivir su vida, a encontrarse y elegir libremente cómo, con quién o quiénes y de qué manera, mientras la vive…

—Porque el AMOR es libertad—

Nadie es nuestro embajador, nadie nos representa ante los demás, tampoco es nuestro emisario.

Cada uno nos definimos a nosotros mismos, constantemente en cada acción. Cada uno elegimos quién queremos ser ante lo que tenemos que vivir y solo así podremos encontrarnos en nuestro propósito de vida.

—SER UNO con nosotros mismos—

Tal vez debemos perder el miedo a elegir lo que queremos, aun nos «equivoquemos», sabiendo que pase lo que pase, nunca perderemos, porque habremos ganado la grandiosa experiencia de habernos permitido entregarnos a amar.

Más allá del miedo a hacernos daño por poner nuestro corazón al descubierto,…

—Confiando y sintiendo FE en el proceso, que nos lleva a nosotros mismos—

Lo que sí sabemos es que todos hemos tenido que vivir para darnos cuenta de que hace falta vivir para recordar quiénes somos.

Excluir o excluirte es lícito y loable, añadir, complementar, suplementar, adjuntar… es lúcido, y tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran en nuestro proceso de encuentro es…

—AMOR al prójimo—


Porque nuestro AMOR propio así lo ORDENA.


Seamos desenvueltos, atrevidos y osados; llegó el momento de echarnos a volar, aligerando el equipaje que nos limita y nos impide surcar los aires que ansía planear nuestro corazón.


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VIVIRNOS
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VIVIRNOS

A continuación, se presenta el texto en español, sin los elementos de maquetación ni el código HTML:


En ocasiones, lo entendemos tarde y nos hacemos mucho daño. Ya casi todos sabemos que, así como ocurrió, en el momento que fue y el lugar, es como tenía que ser, pero aun así nos hiere en bastantes ocasiones.

Tenemos la creencia de que una relación es el jardín de los sueños, donde todo lo imaginado, producto de nuestras creencias, va a ocurrir y después viene la Verdad.


Si dijéramos que no nos da pena, probablemente nos mentiríamos.

Por más que sepamos por experiencia que la única forma que tenemos de crecer y desarrollarnos juntos es VIVIRNOS, nos da igual, porque seguimos negándonos a transformar esa creencia, esa de vivir solo lo que entendemos como «ideal».


VIVIRNOS para nosotros normalmente significa lo bueno, lo positivo, lo bonito, etc.

Todos somos conscientes de que para poder comprendernos e integrarlo, debemos experimentarnos; es la única forma que existe y así podremos Ordenarnos en el Proceso que somos.

¡Somos la VIDA!,… estamos vivos…

La vida no es el cumplimiento de una idea… de todo ese anhelo proyectado de vivir en la casita de Pin y Pon o la de Barbie y Ken… que tan bien nos han educado…

Ese programa que en ocasiones nos ha «mutilado»…


Pues a veces nos da más miedo no cumplir con la imaginada ilusión, que con la verdad lo hace posible. Sí, hablo de todos esos procesos de desencuentros, desorden, disputas… que a veces llegan a frustrarnos e incluso decepcionarnos, etc., pues eso entendemos que es «malo» vivirlo, que estamos «errados» y «equivocados».


La Vida es viva y eso la hace apasionante; es así de manera natural, es intrínseco de la propia naturaleza, es como es.

Dejemos ya de proyectar lo correcto o incorrecto… y elijamos qué es lo que nos funciona en nuestra vida, justamente por vivirla.

Eso es lo que nos permite ENCONTRARNOS a nosotros mismos, gracias al otro u otros… y,

«Crear en Unidad».


—¿Dónde tenemos el foco, en la idea o en dar forma Ordenando lo que vivimos?


Vivamos… y permitamos que el miedo que vivimos, le dé VALOR al Orden que necesitamos para Crear una Unidad, una Relación, una Pareja, un Colectivo, un Grupo, una Asociación…

—¡Depende solo de nosotros!—


Despertemos del letargo de vivir anhelando la idea de lo que deben ser las relaciones y vivámoslas tal y como son… y desde esa VERDAD que vivimos, elijamos qué nos define a todos en la relación y qué no.


¡VIVIRNOS, eso es, VIVIRNOS!


#Gotitasdeagua888

LA PERCEPCIÓN DE LA MORALIDAD
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LA PERCEPCIÓN DE LA MORALIDAD


Es inevitable en ocasiones caer en ese pensamiento moralista y educado de comparación con los demás que tantas veces nos daña. Muchas veces, al pensar en ello, nos damos cuenta de que el amor al otro está sujeto a una serie de exigencias morales que a veces son difíciles de recorrer y también muy difíciles de superar.

En ocasiones, mientras transitamos todos esos pensamientos de recelo, de duda, se activa en nosotros de manera intensa las ganas de excluirnos o excluirlos de nuestras vidas, por ese juicio sutil y a la vez lleno de matices profundos, penetrantes, agudos e incluso por momentos, insufribles. Es complicado aceptar, cuando desde nuestra visión del mundo percibimos el desorden de sus experiencias o sus elecciones incoherentes con quienes han sido y ahora, a lo mejor, también son.


Es el camino que han andado y aún andan, y siendo conscientes por nuestra parte de que debían vivirlo para el encuentro con ellos mismos, es arduo y exige mucho…

-«esfuerzo»- -comprensión- -entendimiento- -discernimiento- -condescendencia- -tolerancia- -bondad-


Es una cerrazón; nuestra actitud nos mantiene excesivamente firmes en nuestros pensamientos morales, nos resulta inverosímil saber que sí que fueron así, que sí que eran esas personas, por más inconcebible o increíble, o rocambolesco que nos pudiera parecer. El caso es que nos obstina, esa es la verdad, aunque nos pueda resultar penoso, complicado, enrevesado… pero en ocasiones así es la verdad.

La teoría es otra cosa. 🤔…

Muchos sabemos nadar, no obstante, muchos sabemos desde fuera del agua y es en el agua cuando nos hacemos conscientes de si sabemos nadar o no. De repente, sin previo aviso, con mucha algarabía, hay mucho movimiento en la relación, justo cuando nos encontrábamos en un momento de armonía y además exaltados por el entusiasmo y el apasionamiento de sentirnos en la magnitud de unión con el otro.


La gran viveza de sentirnos mágicos.

—¡EL UNO PARA EL OTRO!—

Y ocurre sin más, nos enteramos de algo sobre la persona con la que compartimos vida, al principio queremos que no sea verdad, que sea de esas visiones como en los sueños, pero poco a poco nos damos cuenta de que eso no es posible y tenemos que afrontar algo que nos duele muchísimo. Todo por momentos se desvanece, la estabilidad con la que vivíamos se acaba de esfumar, así sin más, observar el efecto que tienen las decisiones tomadas por el otro, en un determinado momento de su vida.

Sus negaciones a sí mismo, sus resistencias a su veracidad, sus mentiras defendidas a ultranza. Incluso el cómo algunas de sus grandes verdades en la vida, son sus propias falacias, que además han alimentado y en ocasiones aún alimentan el sentido de su vida.

—Ciertamente ¡es muy duro, complicado y laborioso!—


No es plato de buen gusto y tenemos que hacer uso de nuestra templanza y del vigor del amor que hay en nuestro interior. A veces, mientras transitamos ese proceso, el suelo que pisamos se tambalea; hay falta de confianza y ha aparecido de manera sorpresiva, inesperadamente, sin tiempo a prepararnos.

Exponiendo una verdad vivida que no encaja con nuestra percepción moral y todo queda por momentos, suspendido en el aire; nos notamos advertidos e interrumpidos, en suspense. Apreciamos cómo la inseguridad cobra todo el protagonismo del momento…


Esa vulnerabilidad activa nuestra defensa y nos protegemos ante el posible dolor de habernos entregado tanto y quizás habernos equivocado.

Empieza la frustración a hacer su aparición persistentemente; nuestra proyección de cómo lo habíamos imaginado cae, se viene abajo y por momentos empezamos a peligrar, titubeamos, oscilamos y vacilamos por falta de consistencia o equilibrio.

No contábamos en nuestra simulación pensada con esa verdad.

Nos sentimos contrariados, desengañados y decepcionados…

La impotencia invita a la frustración, arremetiendo con mucha intensidad para justificar la gran pesadumbre que nos produce esa visión, la de compartir la vida sin certidumbre con alguien que creíamos que conocíamos, que era de una manera determinada, y se nos desmoronó su imagen.

Todo se convierte en una inesperada sospecha; es el resultado adverso a lo que esperábamos, lo sentimos como un fiasco por no saber de quién nos hemos enamorado…


—¡Es miedo y es natural que lo sintamos!—

A veces es muy difícil, pero ya somos conocedores de que la vida es proceso y el proceso es tal y como es.

Nuestra confianza debe ir más allá.


Debemos dejar las razones que alimentan nuestro miedo y confiar en nosotros mismos, en nuestra elección, quizás estamos reprogramando y ordenando la moralidad y sus razones, gracias a la duda y el desasosiego.


«La imperfección por fin se atreve a pedirle matrimonio a la perfección»


A lo mejor eso que percibimos y sentimos del otro es verdad, sin embargo, a veces ni ellos mismos son conscientes, o no se han dado cuenta, o no lo han percibido de ellos mismos… Si somos proceso, también ellos están en su proceso de encuentro y el hecho de poder «equivocarnos» por creer en ellos no es sinónimo de fracaso… sino muy al contrario, de entrega y compasión.

Es FE en nosotros, en nuestros pasos.

Es acompañarnos mientras nos ORDENAMOS a través de la coherencia del discernimiento que nos permite nuestro encuentro. —Estamos viviendo el proceso de CONFIANZA en nosotros mismos


De la entrega, valentía y el coraje que define la FE en nosotros y en nuestra humanidad, evidentemente con el ORDEN de lo que sentimos… ¡Siempre vamos a salir victoriosos!, no hay fiasco posible, ni burla de la misma vida. Es amor propio lo que experimentamos a través del prójimo, que nos permite vernos y armonizar las acciones que definen nuestro amor. Las personas merecemos la pena, vivamos lo que vivamos para encontrarnos; por supuesto que no soy iluso, ni vendedor fantasioso de una idea del amor, ni inocente y tampoco ingenuo.


«Amar también es decir NO»


Lo que sí que yo soy es un «soñador», sensato y realista, acertado y cabal por saber y sentirlo en mí, que bien merezco la pena, aun habiendo experimentado en ocasiones mi oscuridad.

—ELLA ME ENSEÑÓ MI LUZ—

Por eso tiendo mi mano a los demás. A mí me aportan siempre e incluso para crear juntos, si así lo eligiéramos… porque cuando el miedo se ordena, el amor manifiesta su riqueza y resplandecemos nuestra brillantez.

¡El que esté sin pecado, que tire la piedra!


«Amar es respetar el proceso de encuentro del otro», dejemos de culpabilizarnos entre nosotros y mimémonos minuciosamente. Hagámoslo con ternura y afecto mientras aprendemos y recordamos que dejar ser a los demás es posible cuando nos permitimos SER nosotros. El AMOR INCONDICIONAL hace su aparición con suavidad y firmeza, para que cuando hayamos vivido el proceso, sintamos que estaremos para el otro porque AMAMOS, porque nos AMAMOS y darle continuidad y perdurabilidad. 💦


#Gotitasdeagua888

DESNUDARNOS
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DESNUDARNOS

Solemos estar tan inmersos en la idea de cómo debemos de ser, que siempre hay algo de cómo somos que no nos gusta de nosotros; es altísima la exigencia que tenemos para ser de una manera determinada…

¡Depende de nuestra creencia!

Cuando somos capaces de desnudarnos, aun con miedo, deja de importarnos cómo nos ven y también la opinión que tienen de nosotros.

Empezamos a SER libres por hacerle frente y dar la cara al temor, afrontando la probable cobardía e incluso el posible pánico que nos limita. Las alarmas del pavor se silencian, y aparece la confianza en nosotros mismos; la autoestima nos enuncia con serenidad el VALOR que tenemos.


«Somos únicos y originales»


Me pregunto: ¿Quién o quiénes dijeron cómo debíamos de ser?… ¿Fuimos nosotros?…

A lo largo de la vida siempre ha habido cánones, reglas, pautas, guías… normalmente llenas de intereses de dominio para poder tener el control.

A veces hemos sido conscientes y otras no, y eso nos ha ido generando pensamientos, razones, senderos… Para sentirnos personas con notable reconocimiento y salir «victoriosos» tras la teórica comparación con los demás; las hipotéticas pruebas de validez y digo, teóricas o hipotéticas, porque no son tangibles, pero para mí, sí que son ciertas y verídicas; como por ejemplo la moda, qué importante es estar a la moda, o de moda, el estatus que nos reporta, el grado que nos representa.


Eso nos ocurre en cualquier aspecto de nuestra vida. Uno de los más apreciables es con nuestro aspecto físico, las medidas y la inevitable vejez… En ocasiones, las operaciones son a doquier para aparentar y estar a la altura que creemos que es la óptima, por estar sometidos a un examen continuo y agotador de nosotros a nosotros mismos, a través de nuestra creencia (pechos, nariz, labios, arrugas), etc.


Cuánto dolor pasamos… que justificamos a través de nuestras razones, esas que provienen de nuestro raciocinio, argumentos que justifican tal vez nuestras propias limitaciones, esos condicionamientos, restricciones a sentirnos libres, sin juicios…

—Tal y como somos—

Se ha convertido en «pecado» hasta el proceso natural de la edad, exigencia que nos asfixia, nos limita en un mar de complejos, de inseguridad e inferioridad.

—¿Y si es producto de la educación competitiva que tenemos?—

A lo mejor deberíamos reflexionar sobre esas nuestras barreras de validez.

Tal vez pensamos, por ese aparente «complejo», que dependiendo de la edad, ya no podemos ganar, o al menos aparentarlo según esos cánones y de ahí, esa carrera larga evitando el miedo pensado, deducido…

—En ocasiones es tortuoso—.

—¿Y si no es ganar, ni ser mejor que nadie, sino simplemente ser nuestra mejor versión, ser nosotros mismos, tal y como somos?—


Quizás acabaría la agonía de tener que aparentar o mostrarnos de una manera determinada o específica o «decretada». Posiblemente, si hiciéramos conscientes por qué nos sentimos limitados, probablemente seríamos libres.


Porque somos conscientes de quiénes somos nosotros y por tanto aptos, capaces, competentes y por supuesto SUFICIENTES. A veces nuestra estima está tan deteriorada que pensamos que debemos intervenir en todo lo que aparentemente nos acompleja, como la flacidez, las arrugas, que determinan nuestra edad. Tal vez así recuperaríamos la estima y el valor de ser nosotros mismos y me pregunto…


—¿Eso es cierto o siempre hay algo, otra cosa que nos delimita?—

He visto personas que empezaron operándose lo que a priori los acotaba y convirtieron su vida en el eterno anhelo de la ilusión de poder operarse todo lo suficiente, todo lo que les era necesario para conseguirlo y así, así, así… siempre había algo más. Quizás no hemos observado que no es mejorar el complejo que tenemos, sino «no crear el complejo».

A lo mejor podríamos empezar a hacerlo, adquiriendo la consciencia de la vehemente comparación de la fuerte, potente y penetrante imposición social de cómo deberíamos ser. —No es una crítica, solo hago la observación—

Son muchos los que me dijeron que querían recuperar su estima y no les funcionó.

—¿Y si nos desnudamos y perdemos el miedo a la aceptación, a la validez, a la autenticidad?—

Sé que puedo generar controversia, que no pretendo; solo aporto criterios de mi percepción, que no la verdad absoluta. Sé que cada vez que acepto el miedo a aceptarme tal y como YO SOY.


A sentirme válido.

Ser auténtico y original.

YO SOY LIBRE cuando lo armonizo.


También me ocurre cuando lo acepto y lo afronto de igual forma con respecto a los demás, que conmigo formamos el colectivo. El miedo a que no me incluyan o que no me reafirmen… Cuando eso ocurre y me atrevo a desnudarme, libero mis miedos y descubro que todo era una percepción de mi creencia y llega el ORDEN que me hace sentir libre. El AMOR PROPIO y, desaparece la necesidad de querer ser de una forma o manera, ya no necesito «operarme»…


«Porque YO SOY así y así es como YO SOY»


«Un SER LIBRE por afrontar el miedo a desnudarme tal y como YO SOY» 💦


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MORALIDAD
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MORALIDAD

Aquí tienes el texto en español, sin el código HTML ni los elementos de Divi:


En muchas ocasiones, llegamos a confundir el AMOR con la facilidad sexual e hicimos «difícil», por ello, encontrar una relación de amor respetuosa con nosotros mismos.

Hablo del amor a uno mismo, a nuestros tiempos naturales, al respeto de nuestra intimidad, a lo profundo de nuestros sentimientos…

En ese camino de encuentro, a veces dejábamos de ser nosotros e hicimos lo contrario a lo que entendíamos que nos limitaba y reprimía nuestra libertad.

La moralidad de ser puros y castos por creencias… y tal vez fue más importante sentir que recuperábamos esa libertad perdida que el respeto a nosotros mismos.

Incluso, en ocasiones, llegábamos a «prostituirnos» sintiendo un vacío enorme, una grandísima desolación, utilizados, vejados, ninguneados…

No hablo de puritanismo, ni de la rigidez y de la escrupulosidad excesiva del cumplimiento de normas de conducta moral. Hablo de respeto a nuestra vida, a que seamos nosotros mismos quienes elijamos…


EL AMOR se hace de muchas maneras: «viendo una puesta de sol, escuchando música, compartiendo una película, un café, una tertulia», y la consecuencia de hacer el amor algunas veces es intimar.

A veces incluso sentimos que solo queremos experimentar esa conexión sexual de manera física, llena de deseo y de libido. También se hace el amor así, cuando quienes lo experimentan son conscientes de que en ese momento sienten expresarlo de esa manera e intiman…

Hacer el amor no es hacer sexo y tampoco dejar de hacer sexo; es hacer el amor.

Hacer el amor es conectar con el otro.


Armonizar las frecuencias que se sienten y elegir cómo materializarlas.

Es «Ser Uno» mientras nos vivimos y nos experimentamos.


Una de las «mayores» muestras de hacer el amor es intimar, es fusionarnos recordando que ambos somos unidad y anclar luz del cielo en la Tierra, de ahí que decimos «dar a luz».

Traer un Ser de luz del cielo y anclarlo aquí…


Es precioso y maravilloso hacer el amor, intimando para recordarnos en la unidad o no…

—¿A quién no le ha pasado que ha hecho el amor y no ha intimado?

Hacer el amor no es sinónimo de intimar e intimar no es sinónimo de hacer el amor…

Cuando lo ordenamos porque nos respetamos, el placer también se transforma y ya no solo es físico, sin desvalorar lo físico por esto o, ponerle la etiqueta de no válido, sino que simplemente nos posibilita ahondar y explorar más allá…


Debemos ordenar la represión y los límites de nuestra moralidad y también ordenar la libertad de creer que haciendo lo contrario somos nosotros…

No somos nosotros por hacer lo contrario a la moralidad, ni tampoco somos nosotros por ser seres llenos de LA MORALIDAD APRENDIDA por las creencias.

Nosotros somos cuando elegimos qué es lo que nos define en el momento, desde nuestra capacidad de observación, desde la consciencia que en ese momento experimentamos de nosotros mismos.


¡Hagamos El amor! 💦


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AUSENCIA DE SER
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AUSENCIA DE SER


A veces la vida es tan intensa que nos lleva al límite y, cuando eso nos ocurre, nos planteamos si debemos seguir y continuar…

—¿Qué sentido tiene la vida así?— —¿Para qué tanto sufrimiento y tortura?— Nos preguntamos…


Sentimos que todo se nos viene abajo. En ocasiones es muy difícil ser fuerte, sobre todo cuando el dolor es intenso y estamos rodeados de personas y responsabilidades.

Es cierto que nos cuesta mucho cuando todo está oscuro, cuando hemos decaído, cuando nos encontramos abatidos, cuando nuestros ojos han perdido el ánimo y la fuerza, cuando estamos apagados y el brillo se difumina.

La intensidad destaca, pero esta vez por su ausencia; la verdad es que ¡nos vemos empequeñecer!


La tristeza es muy intensa y el dolor insiste y persevera estoicamente, dejando de apreciar los colores de la vida para ver solamente un color; con suerte, quizás podemos apreciar el gris.

El desespero hace su aparición; el caso es que lo padecemos y lo sobrellevamos con resignación. Sentimos que no podemos soportarlo y nos preguntamos…

—¿Podremos seguir aguantando?


«La respuesta es «SÍ»»


Nada creamos para lo que no estamos preparados, pero no soy iluso ni ingenuo, es muy difícil y duele muchísimo. Estoy seguro de que siempre hay alguien que ve en nosotros esos colores que hemos dejado de ver en la enérgica, potente y profunda travesía.

Y sin saber el porqué, ni el cómo ocurre, de repente aparece desde lo más recóndito, escondido y oculto, algo nuevo en nuestro interior, como si hubiera estado reservado esperando su momento, y sentimos esa frecuencia que nos invita y sugiere que nos movamos.


Que sí, que podemos, y agita nuestro corazón para encontrar la luz en la ausencia en la que nos encontramos y, todo el malestar desaparece como por arte de magia.

Se manifiesta el orden anhelado.


La Paz de la armonía se empieza a declarar y empezamos a inspirarnos, recuperando el ánimo y la dicha.

El júbilo hace acto de presencia, el gozo lo ocupa todo y la euforia exhibe, exterioriza y entusiasma el bienestar y el optimismo de la «La luz se percibe cuando la ausencia está integrada».


«Cuando hay ausencia de querer ser, es cuando experimentamos SER nosotros mismos. 💦»


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EMBAJADORES
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EMBAJADORES


Tardé en comprender que nadie nos representa y mucho menos que son…

«Embajadores de nosotros mismos».

¡Cada uno es como es y vino a vivir su vida!


Para mí fue un intenso aprendizaje, sobre todo con aquellas personas con las que compartía lazos estrechos; era una exigencia oculta, una pretensión inconsciente que no había observado.

A veces es difícil saber dónde están las líneas de la honra y la lealtad a nosotros mismos, a nuestras convicciones de cómo percibimos la vida. Todas las personas hemos tenido que vivir y vivimos nuestras experiencias para ir encontrándonos e ir descubriendo o más bien…


¡Recordando quiénes somos!


Y en ese camino, en ocasiones hemos hecho cosas que distan muchísimo de nuestra esencia, de nuestra verdad.

No nos culpo, nos enseñaron a sobrevivir en este sistema social de falsa apariencia, donde es más importante la fachada que el interior; la estimación es aparentar, tener, conseguir…


Por ello, en ocasiones nos transgredimos y aún lo hacemos para encajar, incluso nos desobedecimos y nos desobedecemos hasta quebrantarnos, infringimos nuestra ética hasta violarnos. Lo de menos era y es nuestra verdad; lo importante era o es conseguir o, si no, fingir, simular lo que queríamos o queremos ser.

¡Es «triste», eso es cierto!

Pero esa es la verdad que yo he observado y aún en ocasiones observo, y me pregunto…


¿Es lo que queríamos o queremos ser nosotros o lo que la sociedad quería o quiere que seamos?

Aún muchos de nosotros seguimos con el entendimiento de que ser feliz es conseguir y tener, haciendo todo lo posible para ello. Cualquier cosa es válida, incluso por encima del respeto a nosotros mismos, a nuestro honor, con tal de llegar a la anhelada meta, al propósito marcado, alejándonos de la felicidad


Que es:

SER nosotros mismos,

SER auténticos,

SER verdaderos,

SER fidedignos,

SER GENUINOS, …


Sé que es complicado e intrincado compartir la vida en ocasiones. Es un camino arduo, sobre todo cuando tenemos la firme convicción de querer Ser Nosotros.

Sentimos en ocasiones que «elegir el perdón» al proceso de los otros es dejar de ser nosotros, de ser coherentes con quien somos, y entramos en una auténtica revoltura que no es sencilla de ordenar.

Ser coherente con nosotros también es saber que todo es proceso y que todos estamos en proceso.


Se requiere madurez emocional y templanza, para ir poco a poco armonizando nuestros estados emocionales tal y como hemos elegido, según nuestro propósito de vida en esta experiencia.


Eso implica que en esta reprogramación de nosotros mismos, a veces disentir, discrepar o no estar de acuerdo están a la orden del día. A veces incluso de manera tan acentuada que por momentos puede llegar a contaminar las relaciones o la convivencia e incluso, ocasionar la separación.

Pero, ¿cómo hacer eso que no sabemos hacer, si nadie nos enseñó?


–VIVIENDO–


Se requiere AMOR y respeto al proceso, al desarrollo, a la acción que nos permite en un período determinado poder definirnos. Nosotros somos amor, volvamos a «renacer» siendo aquellos niños con la experiencia del adulto que supimos y, sabemos AMARNOS Y AMAR.

Toca el gran cambio, volvamos al humano que late en nuestro corazón, él sabe,

…-cómo hacerlo-. 💦


#Gotitasdeagua888

AMOR ES ORDEN
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AMOR ES ORDEN

¡Hola! Aquí tienes el texto sin el código HTML, listo para usar:


Es muy difícil ordenarnos si solo atendemos a lo que sentimos, sin tener el discernimiento de si eso que sentimos define el amor que somos, si esa experiencia que vivimos lo manifiesta, lo refleja y nos da el equilibrio y la armonía necesaria, que nos hace sentir realizados…


Quizás estamos equivocados y solamente por el hecho de sentir ya lo llamamos amor.


A veces, al compartir esos sentimientos intensos, vivimos una fatalidad inaguantable e insoportable que nos produce una gran destrucción y una grave e insufrible alteración en el desarrollo natural de las cosas… y aun experimentando eso, «lo seguimos llamando amor»… A lo mejor estamos sugestionados por nuestras propias creencias que nos dicen que con solo el hecho de sentir, ya eso es amor, da igual si tiene orden o desorden…


—¿El amor es solamente lo que sentimos?, o…

—¿Es el ORDEN de lo que sentimos?

Por supuesto que es obvio que tenemos que sentir, a ninguno se nos escapa ese importante detalle que define el amor, pero si ese sentimiento nos maltrata, nos veja, nos humilla, nos condena…

—¿Es eso amor?

Vivimos convencidos de que el amor es lo que sentimos mientras lo experimentamos intensamente, y si…

—¿El amor se siente, pero no solo ese sentir es lo que es amor?

Es evidente que el amor nos hace sentir, pero el hecho de solo sentirlo no significa que eso sea amor, y ejemplos hay muchos.

¿Cuántas veces nos hemos enamorado de personas que, por su forma de percibir la vida, transgreden el acuerdo o el pacto establecido libremente por ellos mismos y actúan de manera contraria, mienten, quebrantan, infringen, violan, vulneran?


¡El amor no es solamente lo que se siente, sino el ORDEN de eso que sentimos!


En muchas ocasiones sentimos intensamente y ya por ello lo llamamos amor, aun faltándonos el respeto, al honor y a nuestra dignidad, al amor propio para con nosotros mismos.

Cuando nos enamoramos todo es una magnífica proyección de lo hermoso que esa intensidad sentimental nos hace sentir y ese sentimiento tiene el alimento suficiente para ir encontrándonos, creando y posibilitando la alquimia que lo materializa.

Pero ese sentimiento no permanece de esa manera, sino que se transforma…

—¿Qué pasa cuando es así, cuando ya no tenemos esa fuerza del enamoramiento?

Debemos mirar en nuestro interior si así lo consideramos y tener una conversación profunda y sincera con nosotros mismos.

—¿Estamos experimentando el amor o solo el amor al prójimo y el amor propio está resentido y débil?, o… al revés.

—¿Tenemos un exceso de egocentrismo, de amor propio y el amor al prójimo solo es una persona vasallo enganchado a nosotros por un sentimiento intenso?…


AMAR es el equilibrio del amor propio y del amor al prójimo, sabiendo que en ese camino experimentaremos la ausencia de amor, para poder experimentar amor. ♥


Lo que crea el encuentro con nosotros mismos es nuestra verdad, y te corresponde a ti la tuya, es tu vida. 💦


#Gotitasdeagua888

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LA LUCHA

Lucha y lucha y más lucha,… derrocar lo anterior, cambiar lo antiguo, negar lo viejo…

¿Cuántas veces nos decimos «sigamos luchando, no dejemos de hacerlo»?

¿Luchar, es eso lo que debemos hacer?…

Luchar es emplear la fuerza u otros medios contra alguien o contra nosotros mismos o… en un enfrentamiento, que por lo general es violento, para conseguir un fin y vencer…

También es el esfuerzo que hacemos para vencer obstáculos, etcétera.

En ocasiones vivir en la lucha constante es extenuante… tenemos la lucha tan integrada en nuestra memoria histórica que hasta para encontrar el amor, la paz, el bienestar, la felicidad… debemos luchar, luchar por adquirir el derecho, el respeto, la libertad, el espacio… Se nos hace difícil a veces ser conscientes de que nada de eso lo define la lucha, sino lo contrario…

¿Y si estamos equivocados y es esa lucha interna que exteriorizamos lo que hace que evite encontrarnos de la manera y forma que queremos?

¿Y si esa es la resistencia, que en muchas ocasiones no sabemos ponerle nombre pero que afecta a que no nos sintamos realizados y reafirmados con nosotros mismos?…

  • Luchar lo usamos en cada texto, en cada tertulia, charla… que es necesario destacar nuestro esfuerzo, el esfuerzo de ser dignos, honrados, loables… Luchar es la palabra que a veces utilizamos para definir nuestra gran voluntad, nuestra gran capacidad, nuestra honorabilidad…

Podemos ser voluntariosos, capaces, venerables sin luchar… de manera pacífica y establecerlo en nosotros, sintiendo la paz que nos permite observarnos y elegir querer ser sin la resistencia de la pelea, del combate, de la batalla, de la lidia…

  • La lucha no pacifica, la batalla no concilia, la pelea no persevera, la disputa no acerca, la guerra no construye…

Sé que la lucha no solo tiene el significado de cómo lo contextualizo… también tiene el de la brega, el de hacer las cosas con entrega…

Solo pretendo hacer consciente que quizás usamos la energía de la lucha para ser nosotros y esa sea la causa que nos distancia del encuentro… No hago juicio de valor, sino pretendo aportar otra percepción que tal vez nos pueda ayudar a visualizar el desorden si lo hubiera…

Pacificar, trabajar, bregar, concordar, convenir, concertar, ajustar, encajar… posiblemente defina más a la humanidad que la lucha…

La vida no es una lucha, la vida es una experiencia.


LA VIDA NO ES UNA LUCHA, LA VIDA ES UNA EXPERIENCIA

Jose Acosta 💦


#Gotitasdeagua888

NUESTRA VERDAD
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NUESTRA VERDAD

En ocasiones estamos tan inmersos en la idea que tenemos de nosotros mismos, que no nos damos cuenta de nuestras verdades…
Por ejemplo, de nuestra falta de confianza, de integridad, de coherencia…
Nos ofendemos muchísimo cuando otros nos muestran esas carencias. No queremos verlas.

Cuando ese reflejo nos lo muestra alguien tan cercano como nuestra pareja, suele ser de una manera tan clara y transparente que da miedo.
Ese ser que nos visibiliza nos confronta, y entonces entramos en la batalla del ego. No queremos aceptarlo, es más cómodo culparle por su «falta de criterio» hacia nosotros.

Incluso llegamos a atacarle con fuerza, diciendo cosas como “es mala gente” o “es mala persona”, que “se pasó de los límites” o que “fue demasiado lejos”.

Nuestra defensa es feroz ante tal desnudez del ego

Nos ponemos en alerta, en “zona roja”. Sentimos que nuestros principios y valores han sido atacados.
Expresiones como esas nos parecen “imperdonables” y nos hacen sentir suspendidos, no válidos.
Nos obligan a mirar hacia adentro. Y es precisamente con esa persona con quien más vulnerables somos.
Es alguien que amamos, y su opinión nos importa profundamente.

El hecho mismo de defendernos ya es una señal de que algo de verdad hay en lo que nos dicen.
Nuestro ego se queda sin escondites, sin las mentiras con las que sostiene esa imagen impoluta de cómo nos gustaría ser.

¿A quién no le gusta ser impecable, honrado, íntegro, coherente…?

Por eso, cuando alguien nos muestra lo contrario, nos resistimos.
Nos aterra la idea de ser ese reflejo, y atacamos con intensidad, incluso faltando al respeto.
Pero es el ego quien no quiere permitir ese descubrimiento.

Tenemos que descansar y empezar a percibir la vida como lo que es: ¡un PROCESO!

Todas nuestras acciones son parte del camino, oportunidades de definirnos, de encontrarnos con nosotros mismos.

Nosotros somos AMOR.
Elegimos en cada acción, nos estamos definiendo constantemente a través de lo que hacemos, según el propósito que hayamos elegido.
Y si no lo hemos elegido, aún estamos a tiempo. ¡Siempre estamos a tiempo!

Para pedir CONFIANZA, debemos confiar en nosotros.
Para pedir INTEGRIDAD, debemos ser íntegros en la intención de ser nosotros.
Para pedir COHERENCIA, debemos alinear lo que pensamos, decimos y hacemos.
Para pedir ENTREGA, debemos entregarnos más allá del ego ofendido.
Para pedir ENTENDIMIENTO, debemos aceptarnos tal como somos.
Para pedir COMPRENSIÓN, debemos entender que somos proceso, no meta.
Para pedir Ternura, Compasión, Perdón, debemos respetarnos, mimarnos, perdonarnos… y amarnos.

Sólo nosotros somos los responsables de nuestra vida.

Los demás simplemente nos permiten vernos, para poder encontrarnos con nosotros mismos.
Ellos no nos aprueban ni nos suspenden.
Somos nosotros, con nosotros mismos.

Dejemos de ser jueces, verdugos y condenados en nuestra propia vida.
Agradezcamos toda esa VERDAD que nos permite crear verdad.

La verdad elegida conscientemente es lo único que nos permite vivir una vida ¡confort-able! 💚