DESCONSUELO
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DESCONSUELO

Desconsolados, así es como muchas veces nos sentimos. Esa es la palabra que define el estado del que tanto tardamos en salir…

Desconsolados por no entendernos…

Desconsolados por no saber por qué, nos sentimos así…

Desconsolados por querer y no poder dejar de pensar de esa manera tan incisiva…

Desconsolados del por qué no podemos cambiar rápido si sabemos la verdad…

Desconsolados por no saber que queremos en cada experiencia que vivimos…

Desconsolados por no sentirnos libres y valientes para serlo…

Desconsolados por no saber si lo que hacemos es sabio, aún sabiendo que todo es parte de nuestro camino de encuentro

Desconsolados por querer vibrar en sintonía, esa sintonía en la que se siente paz…

Desconsolados por entregarnos con todas nuestras fuerzas y aún así sentirnos incapaces…

Desconsolados por querer dominar la situación y no poder hacerlo…

Desconsolados por querer controlar la vida y saber que no se puede, aún lo intentes con todas tus capacidades…

Desconsolados por saber que la vida es como el mar, no le podemos negar su natural movimiento, sino aprender a navegar y no resistirnos a esa verdad…

Desconsolados por no ser entendidos, ni comprendidos, ni consolados en muchas ocasiones, sino excluidos, descartados y rechazados…

Desconsolados por vivir una vida a medias sabiendo que en nosotros hay muchísimo más…

Desconsolados por mirar a los ojos del otro y no ser vistos…

Desconsolados por pedir ayuda que muchas veces no llega…

Desconsolados por gritar al viento que sólo somos niños aprendiendo de la vida, aprendiendo de nosotros mismos en esta existencia…

Desconsolados por no sentirnos reconocidos en nuestro intento de ser íntegros, tanto como nuestra humanidad nos permite y que además ese intento no tenga valor…

Desconsolados porque no se reconozca tu fortaleza, sino la exigencia de que tú, no puedes fallar, eres el fuerte…

Desconsolados porque no se reconozca la verdad del proceso que vives, sino la debilidad que produces…

Desconsolados por la falta de justicia con nosotros mismos y nuestro camino para encontrarnos… (Leer también: Soledad)

Desconsolados por el no merecimiento cuando sabemos que que lo merecemos

Desconsolados….

NO NOS RINDAMOS, porque algún día abriremos los ojos y lo veremos todo de una manera clara y transparente, tendremos la capacidad de observar que todo ese desconsuelo, es lo que generó el CONSUELO de SER NOSOTROS, en nuestra más y mejor VERSIÓN.

En nuestro YO más ELEVADO

sigamos que sí, que podemos.

 

 

#Gotitasdeagua888

TE LO DIJE
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TE LO DIJE


El Aprendizaje de no Decir «Te lo Dije»

Son muchas las veces que dije: «Te lo dije».

Esas veces siempre generaron daño, indudablemente al receptor y a mí, por el sentimiento de frustración de que, sabiéndolo, no pude hacer nada. Solo recoger al ser que amas entre lágrimas, las suyas por el proceso de desencuentro y desarmonía, y las mías por el dolor de la impotencia de no haber sabido llegarle y aportar esa percepción distinta para que dilucidara qué era lo que realmente quería.

Son muchas las veces que metí la pata por intentar, desde mi humilde visión, que no la «metieran». Menudo error, que me llevó años descubrir que eso no era capacidad de liderazgo, sino usar el liderazgo para elegir por los demás. Que eso no era respeto, sino todo lo contrario: imponer mi visión de las cosas por más loables que estas fueran.

—Eso me enseñó mucho—


Me enseñó que el amor es respetar lo que cada uno tiene que vivir.

Me enseñó que la elección de lo correcto o incorrecto solo le corresponde a quien lo vive.

Me enseñó que si tenía esa gran capacidad, como los demás constantemente decían, la pusiera al servicio, pero no para imponer lo mejor para cada uno, sino para aportar la luz suficiente, las herramientas para que se percataran de que, si lo elegían, podía haber otra forma o manera.

Me enseñó que pretender imponer era pecar de soberbia, aun sintiendo desde mi percepción que mi pretensión era honorable.

Me enseñó a estar con mi mejor cara, mi mejor sonrisa, para poder decirles, cuando llegaba el daño intenso, el dolor que dejaba la experiencia: «Tranquilo, todo pasa, es un momento de dureza de la vida, donde te está mostrando algo que te hará más fuerte, más tú, quizás el cambio de percibirlo de otro modo.»


Me enseñó que cada uno tiene que vivirlo, que no se puede ir en contra de su proceso natural, de su propio destino.

Me enseñó que la vida es esa causa y efecto.

Me enseñó a no decir más «TE LO DIJE», sino muy al contrario: «De aquí saldrás transformado, esto te hará conocerte aún más, te hará mucho más sabio.»

Me enseñó a sentir que el dolor es lo que da Valor.

Me enseñó a usar de mejor manera mi talento y no intervenir en el otro por mi propia iniciativa.

Me enseñó a respetar que lo usara, solo si el otro me lo pedía, aunque no fuera consciente de que me lo estaba pidiendo.

Me enseñó a esperar de mejor guisa para abrazarlo con intensidad después de la caída.

Me enseñó a no continuar y dejar ir, con la amabilidad del hermano que acepta con agrado y satisfacción, y no dejarme llevar por mi debilidad de no querer que el otro sufra ese dolor que veía.

Me enseñó a marcharme solo con el dolor de la despedida, pero sin el dolor de no haber entregado todo de mí.

Me enseñó que cuando el ciclo acaba, por amor hay que despedirse y continuar, para que ese ser y yo sigamos creciendo y encontrándonos.


Un Sueño de Libertad y Comprensión

A día de hoy, aun sabiendo todo esto, aun experimentándolo en mi constancia, sigo aprendiendo y preguntándome cómo puedo decir las cosas sin invadir el espacio del otro, sin influir en sus acciones, solo ser una SUMA.

Ciertamente sigo aprendiendo, intentando aprender más «rápido» para que ese mundo que recuerdo en mi corazón sea posible: el entendimiento de respetar el proceso de cada uno.

Aprender cómo aportar la ayuda, si se me solicita, de la mejor manera, para que cada uno pueda disfrutar de la felicidad de ser LIBRE por haberse encontrado…


A día de hoy aún sigo siendo aquel niño que quiere simplemente hacer sus sueños realidad o de su realidad un sueño.

José Acosta


#Gotitasdeagua888

ALIGERAR EL EQUIPAJE
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ALIGERAR EL EQUIPAJE

Aligerar el Equipaje


Aligerar el equipaje, así es…

—¿Quién de nosotros, si pudiera hacerlo, no negociaría aligerar el equipaje emocional que nos atormenta?—

Lo cierto es que nos gustaría; sin embargo, aun pudiendo hacerlo, a veces es muy difícil.

Somos el programador y el programa.

Esa gran dicotomía la hemos de ajustar y conciliar, y eso lleva su tiempo. Su reprogramación, de vez en cuando, se consigue, y otras se intenta.

Desde mi observación, siento que comenzamos a estar preparados para atendernos, escucharnos y, si fuera necesario, repararnos.

Empezamos a ser conscientes de que lo que hemos hecho hasta ahora para vivir nuestra vida, en ocasiones, no nos define a nosotros mismos, sino que define los principios ideológicos y morales por los que se guía esta sociedad.


Estamos hartos de luchar, de pelear como jabatos, para no sentirnos cuestionados y culpables.

Nuestra prioridad suele ser atender el miedo antes que a nosotros, el miedo que nos produce no ser validados y lo importantísimo que es tener la aprobación.

Es muy complicado, a veces, “vaciar el equipaje emocional”, porque son sentimientos intensos que tambalean nuestros cimientos, esa aparente verdad que pisamos, que establece, que precisa quiénes somos y eso nos hace sufrir, cada vez que no conseguimos el objetivo anhelado de ser estimados, considerados y respetados.

Es enrevesado querer y no poder, intentarlo y no conseguirlo, esforzarse y no lograrlo… Salir de ese bucle incesante de pensamientos desesperados e incluso, a veces, penosos.

Nos sentimos atrapados, porque la línea que diferencia la aceptación del proceso y la del respeto a uno mismo, es muy delgada, es muy fina…


—¿Somos comprensivos, compasivos y humanitarios o intolerantes, crueles e inhumanos?—

Cuando llegamos a la vida de alguien o llega alguien a la vida nuestra, con un pasado vivido, y puede ser que ese pasado, desde nuestra visión, sea antagónico a como percibimos nuestros valores, los principios morales por los que se rige nuestra vida.

Ese ser no llega de manera casual y nosotros no elegimos de quiénes nos enamoramos; llega porque algo nos tenemos que aportar… Mientras nos vamos conociendo, empezamos a abrirnos y a desvestirnos de esa nuestra verdad, y al ir despojándonos de todo ese sumario, a veces empezamos a sentir lo opuesto, lo incompatible, lo inadecuado, e incluso en ocasiones, lo irreconciliable.

Normalmente, cuando eso es así, casi todos los pensamientos van dirigidos a la exclusión, a la ruptura, son cíclicos e intensos, y además, deambulan constantemente.

En todo ese viaje fascinante de desarrollo nos sentimos tontos, estúpidos, bobos, como que estamos renunciando a nosotros mismos y puede ser que esto sea así, por tanto, nos cuesta mucho rendirnos ante ese enjuiciamiento de validez por nuestra forma de visualizar el mundo, la manera de cómo hay que vivir, pero…


—¿Y si no es así?— —¿Y si lo que estamos experimentando es la capacidad de amarnos a nosotros mismos, por amar al prójimo en su proceso de encuentro?—

Cuando elegimos conscientemente, no renunciamos, sino que elegimos qué queremos vivir; ese es el foco desde donde proyectamos, el epicentro donde elegimos, no hay división con el corazón.

En el mundo de lo relativo en el que vivimos, todo es complejo y a la vez sencillo, todo es válido; lo que nos distingue es la sabiduría con la que nuestra consciencia elige y decide las acciones que acomete.

Si las acciones nos reafirman y nos hacen sentir realizados, tenemos el centro de nuestra energía en la elección, en la decisión; si no es de esta manera, entonces el centro de nuestra energía lo tenemos en la renuncia a ser nosotros mismos… y probablemente eso nos haga querer abandonar, dimitir, desistir.


Es tarea ardua, porque no sabemos si estamos acertados en nuestra elección, o si estamos dejándonos llevar por no saber dar orden al sentimiento. El caso es que ese pleito, esa causa en nuestro interior campa a sus anchas, sin previo aviso, ni contemplación, ni compasión, a cualquier hora, haciendo daño, mucho daño.

Son de esos momentos en los que se nos pone un nudo en el estómago, aparece la ansiedad y el nerviosismo, la intranquilidad es parte del día, porque el equipaje está lleno. Además estamos debilitados por el intenso esfuerzo de cerrar la maleta del desasosiego que lleva el equipaje del boicot y la impaciencia, incluso a veces, también lleva el intenso chantaje emocional que en ocasiones nos puede engañar, traicionar y someter.

Por eso tenemos el afán y el empeño de cerrarla bien, para que no nos dañe más.

< Nos sentimos impotentes, vacíos e incluso acabados y destrozados >


Son momentos muy difíciles, y aligerarla para descansar se complica; el tiempo ayuda, pero solo hasta un punto, el permitirnos transitarlo también, sin embargo, ese camino se hace solo, es difícil compartirlo.

Aun no solemos estar preparados para hacerlo juntos; el miedo a la desnudez es profundo y penetrante, exponernos ante el discernimiento y el entendimiento de las partes es potente, y se requiere gran madurez y templanza, nuestros sentimientos están a flor de piel y el miedo a perder —en sus cotas más altas—.


Debemos esperar hasta que nos llegue cuál es nuestra elección, si la de continuar aun con esas verdades vividas, o no; eso es personal y solo nosotros lo podremos saber.

No por eso se inicia el “aligeramiento del equipaje”, no obstante, eso es un grandísimo avance, que nos permite ir abriéndonos a definirnos si así fuera, en la complicidad de SER una unidad formada por dos seres que transitan el desvestimiento natural del proceso, del miedo que nos produce nuestros propios límites.


Tener el control, para ser aprobados o no sufrir tanto, quizás es —esa apuesta, esa jugada, ese envite—, a lo que llamamos perdón, o quizás estamos descubriendo que nuestro perdón es lo que está más allá del mismo perdón.

Desafiar el mismo miedo, transitando el miedo que nos puede y paraliza, cuando por fin nos llega esa llamada, la señal, el grito interno que con brío y arrojo, valentía y gallardía, pensamos de manera directa, sin poner cortapisa, ni restricción, liberándonos a observar y saber lo que un día hicieron, tal y como fue.

Esas páginas escritas de su diario de vida, algo que nosotros no hubiéramos hecho y que tampoco hubiéramos permitido, ni siquiera imaginado hacer… y con decisión, le decimos a los pensamientos de dolor: stop, para ya… que tenemos derecho a elegir, aun con este miedo, a entregarnos con autenticidad y legitimidad, sabiendo que el otro nos muestra la oportunidad de experimentar la confianza en nosotros mismos, en nuestra preferencia.


La FE de caminar con el otro ser que vino a vivir su vida, a encontrarse y elegir libremente cómo, con quién o quiénes y de qué manera, mientras la vive…

—Porque el AMOR es libertad—

Nadie es nuestro embajador, nadie nos representa ante los demás, tampoco es nuestro emisario.

Cada uno nos definimos a nosotros mismos, constantemente en cada acción. Cada uno elegimos quién queremos ser ante lo que tenemos que vivir y solo así podremos encontrarnos en nuestro propósito de vida.

—SER UNO con nosotros mismos—

Tal vez debemos perder el miedo a elegir lo que queremos, aun nos «equivoquemos», sabiendo que pase lo que pase, nunca perderemos, porque habremos ganado la grandiosa experiencia de habernos permitido entregarnos a amar.

Más allá del miedo a hacernos daño por poner nuestro corazón al descubierto,…

—Confiando y sintiendo FE en el proceso, que nos lleva a nosotros mismos—

Lo que sí sabemos es que todos hemos tenido que vivir para darnos cuenta de que hace falta vivir para recordar quiénes somos.

Excluir o excluirte es lícito y loable, añadir, complementar, suplementar, adjuntar… es lúcido, y tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran en nuestro proceso de encuentro es…

—AMOR al prójimo—


Porque nuestro AMOR propio así lo ORDENA.


Seamos desenvueltos, atrevidos y osados; llegó el momento de echarnos a volar, aligerando el equipaje que nos limita y nos impide surcar los aires que ansía planear nuestro corazón.


#Gotitasdeagua888

SER HUMANO
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SER HUMANO

Claro, aquí tienes el texto en español, sin el código HTML ni los elementos de Divi:


A veces me gustaría abandonar y en ocasiones decir: «Pues me equivoqué, es cierto, esta vida es una mierda». Pero mi corazón sabe que eso no es verdad, aunque mi mente se imponga de vez en cuando y gobierne, queriendo incluso elegir regresar. Encontrarnos es difícil por lo duro que llega a ser en ocasiones…

De ahí que siempre, cuando alguien hace una manifestación teórica del encuentro, me quedo mirando y observando la teoría y su proyección. Porque si nos estamos encontrando, no diremos eso; diremos la verdad y es lo duro que en ocasiones es.

La de veces que nos vemos solos, no entendidos, negados, excluidos, impotentes, y también aquellas en las que se nos fue la pinza, sobre todo cuando la ira se desordenó y le dimos el alimento necesario para que la rabia gobernara. Teníamos la razón y esa era nuestra única prioridad; no pudimos, por más que quisimos, no hacer y hacernos daño…


La vida está viva y las emociones son la vida, energía en movimiento…


¿Cómo ordenarlo si nos negamos por la teoría de que somos seres incorrectos por vivir esos estados emocionales? Todo es parte del movimiento de la misma vida que somos; todo es y todo somos. Hasta pensarlo en ocasiones es un delito moral, o un grave problema en nuestro interior, o una posesión «endemoniada».

Teoría…

Estoy cansado de la teoría, de solo teoría de lo correcto, de lo que debe ser, del color, de qué es lo que está bien o mal, de cuándo somos lúcidos o no. A veces me veo solo por eso mismo; es como si aceptar ser uno mismo, encontrarnos, fuera sinónimo de ser impoluto e íntegro, y vienen los juicios crueles… Y sí que lo soy, pero por reconocer la verdad que crea verdad en mí, y es que todas esas emociones pasan por nosotros: aquellas que consideramos buenas y aquellas que consideramos malas, porque ambas somos…


Sé que no estoy en soledad, ni me siento así.

Hay teorías que se olvidan de que somos vida, algo tan sencillo, y se pierden haciendo un juicio atroz cuando viven las emociones para poder ordenar y transformar… porque, desde nuestra visión, son incorrectas, o tal vez deleznables, o no están a la altura de lo que se supone que es ser digno.

—¿Acaso creemos que eso que vivimos es casualidad o que no es lo que vinimos a vivir?


Quizás es nuestro propósito de vida, nuestro destino… y digo quizás, porque todas las verdades son verdad, y eso para mí es respetar las demás percepciones, de la misma manera que respeto mi filtro. A lo mejor esa es la verdad de la vida que somos y esas son las oportunidades que generamos para elegir SER nosotros y definirnos a través de nuestros actos.


Es un camino, en ocasiones desordenado, pero eso es amor… solo hay que ordenarlo. Es intentarlo, eso es, elegir intentarlo, porque la vida es una elección. Encontrar el orden entre nuestra experiencia y la de los demás, entre nuestro camino y el de los demás.


«Es ese «TODO SOMOS UNO» y todos necesarios»

José Acosta


Limitamos el amor pensando que está sujeto a formas y maneras… y eso es lo que no lo hace libre.

El amor no es una forma adecuada; el amor es eso que se siente, esa energía que se mueve, que debemos vivir para elegir ser nosotros o intentarlo. Es decir, emociones que debemos armonizar en todo su movimiento. Es lo que somos, energía que se mueve, es la que creamos para poder elegir, intentar elegir SER.


Recordemos que la meta es intentarlo y la consecuencia puede ser que sea conseguirlo… aunque si somos todo, siempre se consigue. Ese todo es amor, y eso nos cuesta verlo, porque cada vez que vivimos algo que no encaja, pero que es lo que nos permite ser, creemos que estamos errados, que no somos merecedores, que eso no es amor, y eso no es así, al menos desde mi percepción.


—Tal vez deberíamos construir una relación con nosotros mismos, con el ser humano que somos, tal y como es…


¡Simplemente SER HUMANO! 💦


#Gotitasdeagua888