Es cierto que el camino del encuentro con uno mismo se hace solo, pero no en soledad y,

-¿Qué pasa cuando nos sentimos solos?, porque realmente estamos solos

No me refiero a estar solos físicamente o a sentir la soledad, sino que aún estando con los demás, no se nos percibe y no somos vistos en nuestra ausencia, esa ausencia natural que nos permite experimentar nuestra luz.

« SER nosotros mismos, una versión más elevada»

A veces no somos conscientes que cuando alguien de nosotros está en ese tránsito que posibilita que se encuentre, pasa desapercibido para nosotros, sin ser esa nuestra intención.

No nos son indiferentes, sino todo lo contrario, nos importan y mucho. Pero el foco lo solemos tener en el miedo a las consecuencias y a las reacciones que eso nos pueda generar en nuestra vida y no en la verdad que acontece; que es atender, escuchar, asistir, cuidar, reparar, observar, sumar… a ese SER que está viviendo un momento intenso (Leer también: Vivirnos), según su propósito de vida, seamos conscientes o no de ello.

Sólo nos ocupa una cosa y esa es la prioridad, nuestro miedo, el miedo al efecto, al resultado, a las salpicaduras que eso puedan conllevarnos.

Lo único importante son nuestras deducciones, esas que extraemos a partir de ese hecho, de esa proposición por el que el otro “SER” está pasando…

Nos hemos convertido justo en eso que queríamos evitar y aliviar en el otro, en un escollo más, en una parada más, en un alto en el camino, en ese por favor detente, que estamos en estado de alerta, SOS. Aquí existen personas que demandamos tu atención.

-¿Qué pasa si no nos atienden o no nos prestan atención?-

Todos sabemos la respuesta, es el pánico quien se apodera de nosotros, hasta tal punto que solemos arremeter exteriorizando ese miedo atroz, además de manera tan intensa, como intenso es, y la discusión se hace patente, la frustración se manifiesta y además está llena de razones que justifican el porqué nosotros no hemos sido suficientes para acudir y comparecer ante tal llamada que hemos observado, pero hemos querido, por el pavor como abducirnos, para que así pase desapercibido, es como si fuéramos avestruces, que cuando sentimos el temor metemos la cabeza debajo de la tierra y parece que así no nos damos cuenta de que hay un cambio.

«Una transición»

Y nos ausentamos, abandonamos y desasistimos a ese SER que sí,  nos importa…

Debemos pararnos y preguntarnos si no somos conscientes de esto.

 

-¿Qué es lo que es importante para nosotros, nuestro miedo y su defensa atroz o transitarlo reconociéndolo, por reconocer al otro en su camino de encuentro?-

-¿Quién nos importa más, nuestro miedo o el amor al prójimo aún con miedo?-

Nada de lo que vivimos es casual, no lo es para los que nos sentimos solos en el camino, sintiéndonos amados (Ver: Amor es Orden), pero en ocasiones no entendidos, ni para los que priorizamos antes el miedo de nuestro egocentrismo, que el amor por el otro.

Ambos dos somos, lo importante de esto, es que cada vez SOMOS más conscientes, así que dejemos el juicio y amémonos y sigamos alimentándonos aportando nuestras percepciones, …

 

«porque todo es camino que nos permite encontrarnos a nosotros mismos».

#Gotitasdeagua888

 

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *