Tardé en comprender que nadie nos representa y mucho menos que son…

«Embajadores de nosotros mismos».

¡Cada uno es como es y vino a vivir su vida!


Para mí fue un intenso aprendizaje, sobre todo con aquellas personas con las que compartía lazos estrechos; era una exigencia oculta, una pretensión inconsciente que no había observado.

A veces es difícil saber dónde están las líneas de la honra y la lealtad a nosotros mismos, a nuestras convicciones de cómo percibimos la vida. Todas las personas hemos tenido que vivir y vivimos nuestras experiencias para ir encontrándonos e ir descubriendo o más bien…


¡Recordando quiénes somos!


Y en ese camino, en ocasiones hemos hecho cosas que distan muchísimo de nuestra esencia, de nuestra verdad.

No nos culpo, nos enseñaron a sobrevivir en este sistema social de falsa apariencia, donde es más importante la fachada que el interior; la estimación es aparentar, tener, conseguir…


Por ello, en ocasiones nos transgredimos y aún lo hacemos para encajar, incluso nos desobedecimos y nos desobedecemos hasta quebrantarnos, infringimos nuestra ética hasta violarnos. Lo de menos era y es nuestra verdad; lo importante era o es conseguir o, si no, fingir, simular lo que queríamos o queremos ser.

¡Es «triste», eso es cierto!

Pero esa es la verdad que yo he observado y aún en ocasiones observo, y me pregunto…


¿Es lo que queríamos o queremos ser nosotros o lo que la sociedad quería o quiere que seamos?

Aún muchos de nosotros seguimos con el entendimiento de que ser feliz es conseguir y tener, haciendo todo lo posible para ello. Cualquier cosa es válida, incluso por encima del respeto a nosotros mismos, a nuestro honor, con tal de llegar a la anhelada meta, al propósito marcado, alejándonos de la felicidad


Que es:

SER nosotros mismos,

SER auténticos,

SER verdaderos,

SER fidedignos,

SER GENUINOS, …


Sé que es complicado e intrincado compartir la vida en ocasiones. Es un camino arduo, sobre todo cuando tenemos la firme convicción de querer Ser Nosotros.

Sentimos en ocasiones que «elegir el perdón» al proceso de los otros es dejar de ser nosotros, de ser coherentes con quien somos, y entramos en una auténtica revoltura que no es sencilla de ordenar.

Ser coherente con nosotros también es saber que todo es proceso y que todos estamos en proceso.


Se requiere madurez emocional y templanza, para ir poco a poco armonizando nuestros estados emocionales tal y como hemos elegido, según nuestro propósito de vida en esta experiencia.


Eso implica que en esta reprogramación de nosotros mismos, a veces disentir, discrepar o no estar de acuerdo están a la orden del día. A veces incluso de manera tan acentuada que por momentos puede llegar a contaminar las relaciones o la convivencia e incluso, ocasionar la separación.

Pero, ¿cómo hacer eso que no sabemos hacer, si nadie nos enseñó?


–VIVIENDO–


Se requiere AMOR y respeto al proceso, al desarrollo, a la acción que nos permite en un período determinado poder definirnos. Nosotros somos amor, volvamos a «renacer» siendo aquellos niños con la experiencia del adulto que supimos y, sabemos AMARNOS Y AMAR.

Toca el gran cambio, volvamos al humano que late en nuestro corazón, él sabe,

…-cómo hacerlo-. 💦


#Gotitasdeagua888

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