El Perdón Genuino

El perdón no es una herramienta estratégica que usamos para conseguir un fin. A veces lo empleamos con una buena intención, pero en cuanto empezamos a exponer los motivos y el porqué de ese perdón, la auténtica verdad aflora. Entonces, la palabra «perdón» se convierte en una excusa para que nuestra mente se desahogue, enumerando todas las razones por las que actuamos, y dejando de lado lo que realmente hicimos.

Debemos reconocer que, de una forma u otra, seguimos creyendo que los demás son responsables de nuestras acciones. Todavía no nos hemos perdonado a nosotros mismos y, sin embargo, ya queremos pedir perdón a otros.

Necesitamos ser honestos y sensatos con nosotros mismos. Si seguimos justificándonos, estamos abusando del privilegio que nos otorga la palabra perdón. No lo estamos pidiendo de verdad, sino que hemos aprendido que al pedir perdón tenemos la posibilidad de seguir perteneciendo al colectivo, al grupo, a la pareja, etc. Al hacerlo, manchamos su significado, culpabilizando en lugar de asumir la responsabilidad, como tantas veces hemos hecho.

Como, por ejemplo: «Es que me hiciste…», «es que me dijiste…», «es que pensé esto…», «es que fuiste de esta manera…», «o es que me provocaste…» A veces es difícil verlo, e incluso si lo hacemos, encontrar el equilibrio.

Cuando esto sucede, es porque creemos que todo está fuera de nosotros, que es culpa de lo que los demás nos hacen, y no de lo que está dentro, en nuestro interior, de cómo percibimos y, en ocasiones, permitimos.

¡Ya dejamos de ser responsables!


La Verdad del Perdón

El perdón pierde su sentido y se convierte en una herramienta para desahogar nuestras razones, sin importar nuestras acciones desarmonizadas.

El PERDÓN es renunciar a la «venganza» o a la reclamación de un castigo, es decir, es no tener en cuenta la ofensa. Los que perdonamos no hacemos justicia al conceder el perdón, sino que aceptamos que la justicia es renunciar al castigo, porque sentimos que lo justo es el proceso que se vive. Ese proceso nos permite encontrarnos a nosotros mismos y elegimos eso como compensación, en pro de una verdad más elevada que la que teníamos y que suma a la vida que somos.

¡Eso es lo justo, el amor al prójimo que hay en nuestro interior!

Somos actores principales y secundarios en nuestra obra y en la de los demás… A veces es difícil…

El PERDÓN es un beneficio tanto para el perdonado como para el perdonante que tiene la sana intención de restaurar y recomponer la relación o, en su defecto, de no intervenir en la vida del perdonado de manera deshonesta, malhumorada o malintencionada.

Que la relación con el ofensor u ofensores, sea la que se elija, goce del orden que da la armonía.

El PERDÓN debe estar ordenado para que contribuya a la armonía de la cohesión social y a vivir en Paz, evitando espirales de venganza. Si lo desordenamos, el foco estará solamente en evitar la espiral o cadena de «venganza» por miedo y no por la propia acción que significa el PERDÓN, que hace que la espiral o cadena no se cree.

La línea es muy delgada y solo cada uno de nosotros podrá saberlo…


Sabiduría al Perdonar

Seamos lúcidos y, cuando pidamos PERDÓN porque así lo sentimos, expongamos solo el daño ocasionado que nuestras acciones generaron, porque sentimos que esas acciones no nos definen, sino que definen nuestra frustración, nuestra impotencia, etc., y no la verdad del amor que sentimos.

Hagamos un buen uso de la ACCIÓN del PERDÓN y no lo confundamos con el olvido. Olvidar no es perdonar y, además, eso es parte de la verdad acumulada de nuestra experiencia de vida, que nos permite ORDENARLA…

¡Eso es SABIDURÍA!

Es hora de perdonarnos.

Somos ambos perdonantes y perdonados.

Perdonemos pronto y sigamos… 💦


#Gotitasdeagua888

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