TE LO DIJE
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TE LO DIJE


El Aprendizaje de no Decir «Te lo Dije»

Son muchas las veces que dije: «Te lo dije».

Esas veces siempre generaron daño, indudablemente al receptor y a mí, por el sentimiento de frustración de que, sabiéndolo, no pude hacer nada. Solo recoger al ser que amas entre lágrimas, las suyas por el proceso de desencuentro y desarmonía, y las mías por el dolor de la impotencia de no haber sabido llegarle y aportar esa percepción distinta para que dilucidara qué era lo que realmente quería.

Son muchas las veces que metí la pata por intentar, desde mi humilde visión, que no la «metieran». Menudo error, que me llevó años descubrir que eso no era capacidad de liderazgo, sino usar el liderazgo para elegir por los demás. Que eso no era respeto, sino todo lo contrario: imponer mi visión de las cosas por más loables que estas fueran.

—Eso me enseñó mucho—


Me enseñó que el amor es respetar lo que cada uno tiene que vivir.

Me enseñó que la elección de lo correcto o incorrecto solo le corresponde a quien lo vive.

Me enseñó que si tenía esa gran capacidad, como los demás constantemente decían, la pusiera al servicio, pero no para imponer lo mejor para cada uno, sino para aportar la luz suficiente, las herramientas para que se percataran de que, si lo elegían, podía haber otra forma o manera.

Me enseñó que pretender imponer era pecar de soberbia, aun sintiendo desde mi percepción que mi pretensión era honorable.

Me enseñó a estar con mi mejor cara, mi mejor sonrisa, para poder decirles, cuando llegaba el daño intenso, el dolor que dejaba la experiencia: «Tranquilo, todo pasa, es un momento de dureza de la vida, donde te está mostrando algo que te hará más fuerte, más tú, quizás el cambio de percibirlo de otro modo.»


Me enseñó que cada uno tiene que vivirlo, que no se puede ir en contra de su proceso natural, de su propio destino.

Me enseñó que la vida es esa causa y efecto.

Me enseñó a no decir más «TE LO DIJE», sino muy al contrario: «De aquí saldrás transformado, esto te hará conocerte aún más, te hará mucho más sabio.»

Me enseñó a sentir que el dolor es lo que da Valor.

Me enseñó a usar de mejor manera mi talento y no intervenir en el otro por mi propia iniciativa.

Me enseñó a respetar que lo usara, solo si el otro me lo pedía, aunque no fuera consciente de que me lo estaba pidiendo.

Me enseñó a esperar de mejor guisa para abrazarlo con intensidad después de la caída.

Me enseñó a no continuar y dejar ir, con la amabilidad del hermano que acepta con agrado y satisfacción, y no dejarme llevar por mi debilidad de no querer que el otro sufra ese dolor que veía.

Me enseñó a marcharme solo con el dolor de la despedida, pero sin el dolor de no haber entregado todo de mí.

Me enseñó que cuando el ciclo acaba, por amor hay que despedirse y continuar, para que ese ser y yo sigamos creciendo y encontrándonos.


Un Sueño de Libertad y Comprensión

A día de hoy, aun sabiendo todo esto, aun experimentándolo en mi constancia, sigo aprendiendo y preguntándome cómo puedo decir las cosas sin invadir el espacio del otro, sin influir en sus acciones, solo ser una SUMA.

Ciertamente sigo aprendiendo, intentando aprender más «rápido» para que ese mundo que recuerdo en mi corazón sea posible: el entendimiento de respetar el proceso de cada uno.

Aprender cómo aportar la ayuda, si se me solicita, de la mejor manera, para que cada uno pueda disfrutar de la felicidad de ser LIBRE por haberse encontrado…


A día de hoy aún sigo siendo aquel niño que quiere simplemente hacer sus sueños realidad o de su realidad un sueño.

José Acosta


#Gotitasdeagua888

AMOR PROPIO
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AMOR PROPIO

A veces es difícil permanecer en nosotros mismos. Nuestra capacidad de observación está en proceso y no solemos vernos hasta que creamos esa oportunidad.

Cuando hemos terminado una relación y todo está en apariencia «sano», ha transcurrido el tiempo personal suficiente y nos sentimos armonizados con respecto a ello. Sin embargo, debemos observarnos para ver si eso es realmente así.

En ocasiones, podemos utilizar nuestro propio lenguaje, el que usamos para expresarnos, como una herramienta para vernos a nosotros mismos.

Cuando alguien nos pregunta por qué terminó o cómo era la relación o nuestra expareja, hay respuestas como:

«Acabó porque no me quería…»

«La convivencia no era desagradable, más bien era afable. Mi excompañero/a era bastante astuto/a.»

Hagamos una exploración e indaguemos en esas aparentes expresiones. Observémoslo y permitámonos comprobarlo, eso sí, sin la búsqueda de la culpabilidad o de la vergüenza.

—¡Sin el juicio!— pues la verdad es la de cada uno.

Estamos diciendo que nuestra verdad era que: ¿Si la expareja nos hubiera querido de la manera y forma que nosotros pensábamos, que necesitábamos, hubiéramos seguido?


Quizás nos mostró que nosotros no nos amábamos, no sentíamos el AMOR PROPIO


—¡Hemos elegido el descarte!—

La convivencia era buena, me hacía reír y era afable… —¿Eso significa que era comprometido y responsable?— Entonces, ¿quiere decir que la expareja era quien «dominaba» y nosotros los «sumisos» por nuestra necesidad y el anhelo de cumplir con lo que proyectábamos del amor?

Quizás nos mostró que éramos muy injustos y además teníamos una actitud vejatoria con nosotros, por nuestras penurias. Quizás lo único importante para nosotros era conseguir la idea que teníamos de AMOR.


—¡Hemos elegido el descarte!—

«Mi excompañero/a era muy astuto/a para todo, hasta para engañarme engatusándome…» —¿Y nosotros?—

Quizás nos visualizó nuestra falta de respeto y lealtad a nuestros propios criterios y la capacidad que nuestra inteligencia tiene de discernir. Si la expareja era astuta…

—¿Qué somos nosotros?…


—¡Hemos elegido el descarte!—

Lo que trato de visibilizar es que a veces nosotros no estamos en la elección, sino en el descarte.

Era la expareja quien tenía la llave de nuestra elección, dependíamos de ella para después elegir nosotros.

Lo dejamos porque no había amor de unidad.

La convivencia era afable, sin embargo, estaba desordenada y yo me sentía con toda la responsabilidad del compromiso. Mi debilidad hizo que no estuviera acertado/a mientras lo vivía, hizo que no viera la verdad que sentía… hasta que la vi…

—¡Ahí sí hemos elegido la elección, ya no es el descarte!—

Quizás pensamos que así somos nosotros mismos y, justamente eso es antagónico desde mi percepción, es lo más alejado que está de nuestra verdad.

Debemos observarnos, ser lo más sinceros posible con nuestra verdad e ir creando con nuestras elecciones y no con los descartes. Si no, somos las consecuencias de las acciones de los otros.

Ahora es un buen momento para observarlo. Ya nuestras consciencias tienen la capacidad de hacerlo, solo nos falta llevarlo a la acción.


Eso es AMOR PROPIO


Gotitas de Agua no hace juicios, sino observaciones. Lo único que pretende es que cuestionemos si nuestras acciones nos definen o no, y eso siempre que lo sintamos oportuno y necesario… es nuestra elección.

Elijamos por nosotros mismos, sin estar pendientes de los demás. 💦


#Gotitasdeagua888

UNIRNOS
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UNIRNOS


En la vida, es la UNIÓN lo que nos genera fortaleza y es la fortaleza la que nos da el poder de transformar, de crear, el poder de la alquimia. Sin embargo, a veces, solo buscamos y codiciamos el poder sin darnos cuenta de que ese deseo de poder es el que nos separa, nos aísla y nos aleja del prójimo, e incluso, en ocasiones, nos elimina como si fuéramos desechos, desperdicios, sobras.

Queremos poder porque aún no sentimos que «los otros son una unidad con nosotros», sino que están separados, apartados, lejos, porque tienen creencias distintas, razones diferentes, pensamientos contrarios.

Debemos ser conscientes de que, para nosotros y la sociedad, lo único que tiene más valor que la misma vida es nuestra razón. Lo hemos observado constantemente a lo largo de la historia y también en la historia presente, la que ahora mismo escribimos; todavía hay guerras. Tal vez no somos del todo conscientes para poder observarlo…

La razón es el valor supremo de la vida, es la guía. ¿Es eso cierto, o es la misma vida, el valor supremo, lo que más valor tiene? Hemos matado a muchas personas por ello, y lo seguimos haciendo. A veces incluso lo hemos hecho y lo hacemos en nombre de Dios; nos quitamos la vida de manera impune por esa razón o razones… Por lo tanto, nos justificamos, porque somos los poseedores de la razón, es decir, de la verdadera verdad.

Esa enseñanza nos viene heredada desde hace muchísimo tiempo, desde nuestros antepasados, generación tras generación, por nuestras creencias. Aquellos seres que no tienen la misma que la nuestra, lo mejor es romper con ellos; son los equivocados o los malos, debemos desligarnos e inclusive, repudiarlos, despreciarlos, censurarlos.

Es esa desunión, usada en nuestra educación a través de la religión, la política, la espiritualidad, los géneros, etc., la que nos divorcia y desconecta del amor al prójimo, nos aparta y nos excluye del «SER HUMANO que somos».

Es ese dividirnos el que nos dispersa y acentúa nuestro individualismo; solo son válidos aquellos que piensan como nosotros, dejando de sentir que los demás son uno con nosotros, que todos SOMOS UNO. Esto hace que ambicionemos adictivamente el poder, hasta cotas insospechadas, donde todo vale, incluida la vida si así fuera necesario, con tal de conseguirlo y mostrar que somos nosotros los que tenemos la auténtica verdad.

Sin embargo, si nos enseñaran que el poder de la vida, de la creación, nace de la UNIÓN de todos nosotros, de nuestra fortaleza interior, quizás empezaríamos a ADQUIRIR LA CONSCIENCIA de que ese es el poder para crear de otra manera y empezaríamos la real y genuina transformación en ese mundo «nuevo» que anhelamos, ese mundo que define a la vida.


La Vida y el Poder de la Unión

«La vida somos y el otro eres tú mismo», ese es el respeto a nuestra humanidad, a nuestros corazones, eso es parte del proceso de encuentro.

No se trata de separarnos por tener percepciones distintas de la vida que somos, sino de unirnos y complementarnos, sumar los unos en los otros. Ese es el poder que hay en nuestro interior, y esa suma de cada uno de nosotros nos revela que la fortaleza interior de la UNIÓN nos da el poder del universo para crear, concebir, establecer; y es en la separación donde se disipa, se esfuma y se desvanece, generando una grandísima lucha encarnizada por el poder.


Verdadera Fortaleza

La fortaleza interior no se obtiene del poder; es al contrario, es el poder quien surge de la fortaleza interior de la UNIÓN.

La separación continúa disfrazada como fortaleza, desde los países con su patriotismo y fronteras, la política, economía, religiones y las creencias. Dejemos de separarnos entre nosotros como si no fuéramos TODOS UNO, sino enemigos acérrimos, decididos y convencidos. Esta gran falacia la hemos perpetrado en el tiempo, es nuestro legado y continuamos con ella.


Despertemos

Despertemos.


Es la UNIÓN quien genera la fortaleza interior de la creación, del cambio, la suma de todas y cada una de las percepciones, la que nos da el PODER de la transformación, la creación que nos define a todos.


#Gotitasdeagua888

QUE DIFÍCIL ES ORDENAR
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QUE DIFÍCIL ES ORDENAR


La Dificultad de Ordenar y el Autoengaño

Qué difícil es ordenar cuando ni siquiera se aprecia el desorden, cuando la percepción que tenemos de nosotros mismos es todo lo contrario: una vida ordenada, cabal, coherente, con sentido.

Qué difícil es ordenar cuando la imagen que observamos de nosotros es una imagen de lucha, pero no de desorden; de resistencia, pero no de desorden; de oposición, pero no de desorden; de rebeldía, pero no de desorden; de obstinación, pero no de desorden; de repulsa, pero no de desorden…

Hasta que un día llega alguien que nos vislumbra la grandísima debilidad y fragilidad que poseemos, el colosal desorden de solo ser la intención de querer ser alguien que se siente apto porque los demás lo aprueban, alguien que se siente parte del colectivo porque lo validan. Y esto, incluso a costa de renunciar a nosotros mismos, adaptándonos, abandonándonos y rindiéndonos a ser tal y como somos.

Llegan relaciones por doquier donde lo único que buscamos es sentirnos capaces, como son los demás, engañando a nuestros sentimientos. Tal es el anhelo de vivir cumpliendo la norma que nos certifica, la que nos homologa y nos ratifica, que llegamos a «prostituirnos» por el deber y la obediencia, y así poder sentirnos corroborados.

Todo vale con tal de conseguirlo, y sin ser conscientes en la mayoría de las ocasiones, ni pretenderlo, el amor se convierte en la incansable, inagotable e infatigable carrera de lograr y alcanzar la meta de vivir en pareja. Da igual con quién, eso es secundario. Cualquier sentimiento hacia esa persona nos detona una gran e inmensa ilusión y alimenta nuestras razones para conseguirlo.


El Miedo a Perder y el Desorden de las Relaciones

Se apodera de nosotros el miedo a perder y mantenemos relaciones disimuladas, solapadas, sinuosas, falaces, incluso escabrosas y desconfiadas.

Nos adaptamos emocional y sentimentalmente, y nos adecuamos, acondicionando todo de manera laboriosa y voluntariosa. En vez de ordenar y equilibrar armonizando, nos vamos al DESORDEN que nos muestra el otro, lo acompañamos en todas sus ausencias, sin discernimiento alguno por nuestra parte; tenemos el gran objetivo de vivir en pareja.

Los criterios que regían o rigen nuestra vida, optamos por que desaparezcan y nos convertimos en fieles cómplices de lo que no somos, haciendo cosas por hacer, siguiendo esa ausencia a través del otro, siendo partícipe y copartícipe con la pareja elegida, colaborando en cosas que ni siquiera nos habíamos o nos hemos planteado, estaban y están vetadas, prohibidas, censuradas o bien desaprobadas por nuestros valores. Sin embargo, nos adiestramos libremente, porque creemos que es lo que hay que hacer para estar protegidos y ser calificados como aptos, capaces y suficientes.


Verdad y Humildad

«Lo único que crea verdad es la verdad» José Acosta

Quizás es hora de observar que es propio, característico e inherente a nosotros y contemplar si nos estamos respetando. Somos merecedores de amor propio y el RESPETO es parte del proceso.

El camino lo debe hacer cada uno por sí mismo, es libre y personal, depende de cada uno cómo quiera caminarlo. En mis letras no hay juicio, sino observación; no hay aleccionamiento, sino contemplación; no hay examen, sino introspección; no hay advertencia, sino empirismo; no hay aviso, sino aclaración…

«La humildad es la capacidad de ver nuestra verdad» José Acosta

Tal vez llegó el momento de dejar de justificarnos exponiendo nuestras razones para que sea admisible y no censurable e inadecuado, y ENCONTRARNOS.


Nuestro Viaje Interior


Nuestro viaje es al interior de nosotros y la única manera de hacerlo es adquiriendo consciencia de nosotros mismos, en el proceso que es la vida.


#Gotitasdeagua888

EL PERDÓN
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EL PERDÓN


El Perdón Genuino

El perdón no es una herramienta estratégica que usamos para conseguir un fin. A veces lo empleamos con una buena intención, pero en cuanto empezamos a exponer los motivos y el porqué de ese perdón, la auténtica verdad aflora. Entonces, la palabra «perdón» se convierte en una excusa para que nuestra mente se desahogue, enumerando todas las razones por las que actuamos, y dejando de lado lo que realmente hicimos.

Debemos reconocer que, de una forma u otra, seguimos creyendo que los demás son responsables de nuestras acciones. Todavía no nos hemos perdonado a nosotros mismos y, sin embargo, ya queremos pedir perdón a otros.

Necesitamos ser honestos y sensatos con nosotros mismos. Si seguimos justificándonos, estamos abusando del privilegio que nos otorga la palabra perdón. No lo estamos pidiendo de verdad, sino que hemos aprendido que al pedir perdón tenemos la posibilidad de seguir perteneciendo al colectivo, al grupo, a la pareja, etc. Al hacerlo, manchamos su significado, culpabilizando en lugar de asumir la responsabilidad, como tantas veces hemos hecho.

Como, por ejemplo: «Es que me hiciste…», «es que me dijiste…», «es que pensé esto…», «es que fuiste de esta manera…», «o es que me provocaste…» A veces es difícil verlo, e incluso si lo hacemos, encontrar el equilibrio.

Cuando esto sucede, es porque creemos que todo está fuera de nosotros, que es culpa de lo que los demás nos hacen, y no de lo que está dentro, en nuestro interior, de cómo percibimos y, en ocasiones, permitimos.

¡Ya dejamos de ser responsables!


La Verdad del Perdón

El perdón pierde su sentido y se convierte en una herramienta para desahogar nuestras razones, sin importar nuestras acciones desarmonizadas.

El PERDÓN es renunciar a la «venganza» o a la reclamación de un castigo, es decir, es no tener en cuenta la ofensa. Los que perdonamos no hacemos justicia al conceder el perdón, sino que aceptamos que la justicia es renunciar al castigo, porque sentimos que lo justo es el proceso que se vive. Ese proceso nos permite encontrarnos a nosotros mismos y elegimos eso como compensación, en pro de una verdad más elevada que la que teníamos y que suma a la vida que somos.

¡Eso es lo justo, el amor al prójimo que hay en nuestro interior!

Somos actores principales y secundarios en nuestra obra y en la de los demás… A veces es difícil…

El PERDÓN es un beneficio tanto para el perdonado como para el perdonante que tiene la sana intención de restaurar y recomponer la relación o, en su defecto, de no intervenir en la vida del perdonado de manera deshonesta, malhumorada o malintencionada.

Que la relación con el ofensor u ofensores, sea la que se elija, goce del orden que da la armonía.

El PERDÓN debe estar ordenado para que contribuya a la armonía de la cohesión social y a vivir en Paz, evitando espirales de venganza. Si lo desordenamos, el foco estará solamente en evitar la espiral o cadena de «venganza» por miedo y no por la propia acción que significa el PERDÓN, que hace que la espiral o cadena no se cree.

La línea es muy delgada y solo cada uno de nosotros podrá saberlo…


Sabiduría al Perdonar

Seamos lúcidos y, cuando pidamos PERDÓN porque así lo sentimos, expongamos solo el daño ocasionado que nuestras acciones generaron, porque sentimos que esas acciones no nos definen, sino que definen nuestra frustración, nuestra impotencia, etc., y no la verdad del amor que sentimos.

Hagamos un buen uso de la ACCIÓN del PERDÓN y no lo confundamos con el olvido. Olvidar no es perdonar y, además, eso es parte de la verdad acumulada de nuestra experiencia de vida, que nos permite ORDENARLA…

¡Eso es SABIDURÍA!

Es hora de perdonarnos.

Somos ambos perdonantes y perdonados.

Perdonemos pronto y sigamos… 💦


#Gotitasdeagua888

ALIGERAR EL EQUIPAJE
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ALIGERAR EL EQUIPAJE

Aligerar el Equipaje


Aligerar el equipaje, así es…

—¿Quién de nosotros, si pudiera hacerlo, no negociaría aligerar el equipaje emocional que nos atormenta?—

Lo cierto es que nos gustaría; sin embargo, aun pudiendo hacerlo, a veces es muy difícil.

Somos el programador y el programa.

Esa gran dicotomía la hemos de ajustar y conciliar, y eso lleva su tiempo. Su reprogramación, de vez en cuando, se consigue, y otras se intenta.

Desde mi observación, siento que comenzamos a estar preparados para atendernos, escucharnos y, si fuera necesario, repararnos.

Empezamos a ser conscientes de que lo que hemos hecho hasta ahora para vivir nuestra vida, en ocasiones, no nos define a nosotros mismos, sino que define los principios ideológicos y morales por los que se guía esta sociedad.


Estamos hartos de luchar, de pelear como jabatos, para no sentirnos cuestionados y culpables.

Nuestra prioridad suele ser atender el miedo antes que a nosotros, el miedo que nos produce no ser validados y lo importantísimo que es tener la aprobación.

Es muy complicado, a veces, “vaciar el equipaje emocional”, porque son sentimientos intensos que tambalean nuestros cimientos, esa aparente verdad que pisamos, que establece, que precisa quiénes somos y eso nos hace sufrir, cada vez que no conseguimos el objetivo anhelado de ser estimados, considerados y respetados.

Es enrevesado querer y no poder, intentarlo y no conseguirlo, esforzarse y no lograrlo… Salir de ese bucle incesante de pensamientos desesperados e incluso, a veces, penosos.

Nos sentimos atrapados, porque la línea que diferencia la aceptación del proceso y la del respeto a uno mismo, es muy delgada, es muy fina…


—¿Somos comprensivos, compasivos y humanitarios o intolerantes, crueles e inhumanos?—

Cuando llegamos a la vida de alguien o llega alguien a la vida nuestra, con un pasado vivido, y puede ser que ese pasado, desde nuestra visión, sea antagónico a como percibimos nuestros valores, los principios morales por los que se rige nuestra vida.

Ese ser no llega de manera casual y nosotros no elegimos de quiénes nos enamoramos; llega porque algo nos tenemos que aportar… Mientras nos vamos conociendo, empezamos a abrirnos y a desvestirnos de esa nuestra verdad, y al ir despojándonos de todo ese sumario, a veces empezamos a sentir lo opuesto, lo incompatible, lo inadecuado, e incluso en ocasiones, lo irreconciliable.

Normalmente, cuando eso es así, casi todos los pensamientos van dirigidos a la exclusión, a la ruptura, son cíclicos e intensos, y además, deambulan constantemente.

En todo ese viaje fascinante de desarrollo nos sentimos tontos, estúpidos, bobos, como que estamos renunciando a nosotros mismos y puede ser que esto sea así, por tanto, nos cuesta mucho rendirnos ante ese enjuiciamiento de validez por nuestra forma de visualizar el mundo, la manera de cómo hay que vivir, pero…


—¿Y si no es así?— —¿Y si lo que estamos experimentando es la capacidad de amarnos a nosotros mismos, por amar al prójimo en su proceso de encuentro?—

Cuando elegimos conscientemente, no renunciamos, sino que elegimos qué queremos vivir; ese es el foco desde donde proyectamos, el epicentro donde elegimos, no hay división con el corazón.

En el mundo de lo relativo en el que vivimos, todo es complejo y a la vez sencillo, todo es válido; lo que nos distingue es la sabiduría con la que nuestra consciencia elige y decide las acciones que acomete.

Si las acciones nos reafirman y nos hacen sentir realizados, tenemos el centro de nuestra energía en la elección, en la decisión; si no es de esta manera, entonces el centro de nuestra energía lo tenemos en la renuncia a ser nosotros mismos… y probablemente eso nos haga querer abandonar, dimitir, desistir.


Es tarea ardua, porque no sabemos si estamos acertados en nuestra elección, o si estamos dejándonos llevar por no saber dar orden al sentimiento. El caso es que ese pleito, esa causa en nuestro interior campa a sus anchas, sin previo aviso, ni contemplación, ni compasión, a cualquier hora, haciendo daño, mucho daño.

Son de esos momentos en los que se nos pone un nudo en el estómago, aparece la ansiedad y el nerviosismo, la intranquilidad es parte del día, porque el equipaje está lleno. Además estamos debilitados por el intenso esfuerzo de cerrar la maleta del desasosiego que lleva el equipaje del boicot y la impaciencia, incluso a veces, también lleva el intenso chantaje emocional que en ocasiones nos puede engañar, traicionar y someter.

Por eso tenemos el afán y el empeño de cerrarla bien, para que no nos dañe más.

< Nos sentimos impotentes, vacíos e incluso acabados y destrozados >


Son momentos muy difíciles, y aligerarla para descansar se complica; el tiempo ayuda, pero solo hasta un punto, el permitirnos transitarlo también, sin embargo, ese camino se hace solo, es difícil compartirlo.

Aun no solemos estar preparados para hacerlo juntos; el miedo a la desnudez es profundo y penetrante, exponernos ante el discernimiento y el entendimiento de las partes es potente, y se requiere gran madurez y templanza, nuestros sentimientos están a flor de piel y el miedo a perder —en sus cotas más altas—.


Debemos esperar hasta que nos llegue cuál es nuestra elección, si la de continuar aun con esas verdades vividas, o no; eso es personal y solo nosotros lo podremos saber.

No por eso se inicia el “aligeramiento del equipaje”, no obstante, eso es un grandísimo avance, que nos permite ir abriéndonos a definirnos si así fuera, en la complicidad de SER una unidad formada por dos seres que transitan el desvestimiento natural del proceso, del miedo que nos produce nuestros propios límites.


Tener el control, para ser aprobados o no sufrir tanto, quizás es —esa apuesta, esa jugada, ese envite—, a lo que llamamos perdón, o quizás estamos descubriendo que nuestro perdón es lo que está más allá del mismo perdón.

Desafiar el mismo miedo, transitando el miedo que nos puede y paraliza, cuando por fin nos llega esa llamada, la señal, el grito interno que con brío y arrojo, valentía y gallardía, pensamos de manera directa, sin poner cortapisa, ni restricción, liberándonos a observar y saber lo que un día hicieron, tal y como fue.

Esas páginas escritas de su diario de vida, algo que nosotros no hubiéramos hecho y que tampoco hubiéramos permitido, ni siquiera imaginado hacer… y con decisión, le decimos a los pensamientos de dolor: stop, para ya… que tenemos derecho a elegir, aun con este miedo, a entregarnos con autenticidad y legitimidad, sabiendo que el otro nos muestra la oportunidad de experimentar la confianza en nosotros mismos, en nuestra preferencia.


La FE de caminar con el otro ser que vino a vivir su vida, a encontrarse y elegir libremente cómo, con quién o quiénes y de qué manera, mientras la vive…

—Porque el AMOR es libertad—

Nadie es nuestro embajador, nadie nos representa ante los demás, tampoco es nuestro emisario.

Cada uno nos definimos a nosotros mismos, constantemente en cada acción. Cada uno elegimos quién queremos ser ante lo que tenemos que vivir y solo así podremos encontrarnos en nuestro propósito de vida.

—SER UNO con nosotros mismos—

Tal vez debemos perder el miedo a elegir lo que queremos, aun nos «equivoquemos», sabiendo que pase lo que pase, nunca perderemos, porque habremos ganado la grandiosa experiencia de habernos permitido entregarnos a amar.

Más allá del miedo a hacernos daño por poner nuestro corazón al descubierto,…

—Confiando y sintiendo FE en el proceso, que nos lleva a nosotros mismos—

Lo que sí sabemos es que todos hemos tenido que vivir para darnos cuenta de que hace falta vivir para recordar quiénes somos.

Excluir o excluirte es lícito y loable, añadir, complementar, suplementar, adjuntar… es lúcido, y tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran en nuestro proceso de encuentro es…

—AMOR al prójimo—


Porque nuestro AMOR propio así lo ORDENA.


Seamos desenvueltos, atrevidos y osados; llegó el momento de echarnos a volar, aligerando el equipaje que nos limita y nos impide surcar los aires que ansía planear nuestro corazón.


#Gotitasdeagua888

VIVIRNOS
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VIVIRNOS

A continuación, se presenta el texto en español, sin los elementos de maquetación ni el código HTML:


En ocasiones, lo entendemos tarde y nos hacemos mucho daño. Ya casi todos sabemos que, así como ocurrió, en el momento que fue y el lugar, es como tenía que ser, pero aun así nos hiere en bastantes ocasiones.

Tenemos la creencia de que una relación es el jardín de los sueños, donde todo lo imaginado, producto de nuestras creencias, va a ocurrir y después viene la Verdad.


Si dijéramos que no nos da pena, probablemente nos mentiríamos.

Por más que sepamos por experiencia que la única forma que tenemos de crecer y desarrollarnos juntos es VIVIRNOS, nos da igual, porque seguimos negándonos a transformar esa creencia, esa de vivir solo lo que entendemos como «ideal».


VIVIRNOS para nosotros normalmente significa lo bueno, lo positivo, lo bonito, etc.

Todos somos conscientes de que para poder comprendernos e integrarlo, debemos experimentarnos; es la única forma que existe y así podremos Ordenarnos en el Proceso que somos.

¡Somos la VIDA!,… estamos vivos…

La vida no es el cumplimiento de una idea… de todo ese anhelo proyectado de vivir en la casita de Pin y Pon o la de Barbie y Ken… que tan bien nos han educado…

Ese programa que en ocasiones nos ha «mutilado»…


Pues a veces nos da más miedo no cumplir con la imaginada ilusión, que con la verdad lo hace posible. Sí, hablo de todos esos procesos de desencuentros, desorden, disputas… que a veces llegan a frustrarnos e incluso decepcionarnos, etc., pues eso entendemos que es «malo» vivirlo, que estamos «errados» y «equivocados».


La Vida es viva y eso la hace apasionante; es así de manera natural, es intrínseco de la propia naturaleza, es como es.

Dejemos ya de proyectar lo correcto o incorrecto… y elijamos qué es lo que nos funciona en nuestra vida, justamente por vivirla.

Eso es lo que nos permite ENCONTRARNOS a nosotros mismos, gracias al otro u otros… y,

«Crear en Unidad».


—¿Dónde tenemos el foco, en la idea o en dar forma Ordenando lo que vivimos?


Vivamos… y permitamos que el miedo que vivimos, le dé VALOR al Orden que necesitamos para Crear una Unidad, una Relación, una Pareja, un Colectivo, un Grupo, una Asociación…

—¡Depende solo de nosotros!—


Despertemos del letargo de vivir anhelando la idea de lo que deben ser las relaciones y vivámoslas tal y como son… y desde esa VERDAD que vivimos, elijamos qué nos define a todos en la relación y qué no.


¡VIVIRNOS, eso es, VIVIRNOS!


#Gotitasdeagua888

HABRÁ MOMENTOS
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HABRÁ MOMENTOS


Mándame un mensaje bonito…

Así es como a todos nos gustaría, pero ciertamente…


Habrá algunos momentos que no se pueda o quizás que no se deba.


Habrá momentos que no podremos seguir, ni nos podrán seguir, estamos en cambio y a veces nos corresponde solos, es nuestro camino, nuestro propósito de vida, «¡el destino!»


Habrá momentos que ser conscientes de nosotros mismos, eso que llamamos evolucionar, en ocasiones nos deje solos, sin nadie, ni nadie con nosotros, eso es parte del proceso natural, de la senda a recorrer para encontrarnos.


Habrá momentos en la tormenta, que queramos abandonar, que sintamos que no somos capaces, incluso que temamos por la misma vida o que la vida ya no tenga interés y pierda el sentido.


Habrá momentos que creamos que de ahí no salimos, aun teniendo claro que sí salimos. Tal vez no vamos a saber siquiera cómo lo hicimos y tampoco el porqué, de lo que sí seremos conscientes, de que ya no somos los mismos.


Habrá momentos que queramos un abrazo, que simplemente nos atiendan, sin discurso alguno, ni sermón y nos digan al oído que todo va a salir bien.


Habrá momentos que dudemos, dudemos de nosotros mismos y de nuestra Fe, si no, cómo vamos a sentir a Dios con nosotros, cómo vamos a ser conscientes de que siempre estuvo al lado nuestro.


Habrá momentos que **sí seamos conscientes y percibamos que lo que nos pasó es que dejamos de escucharlo, teníamos muchos pensamientos que nos generaban ruido.


Habrá momentos que tengamos la capacidad de observar que en el camino del encuentro con nosotros se viven todas las emociones necesarias para ello. También aquellas que no queremos, que no nos gustan o nos dañan, desagradan, repugnan, molestan, incomodan, que nos fastidian.


Habrá momentos que no podamos deshacernos de tantas lágrimas y lamentos aun queriendo, pero ellas nos hicieron ser conscientes del valor de la armonía, la concordia, de la inteligencia, la Paz…


—¿Y si lo que llamamos divinidad no es solo lo que está fuera de nosotros y lo que nosotros veneramos, sino que es la parte divina de nosotros mismos?— Nada está fuera, todo está dentro… —¿Nos veneramos, confiamos y sentimos la Fe en nosotros mismos, en la divinidad que hay en nuestro corazón?— —¿Y si lo que llamamos Dios somos nosotros, nuestra parte divina?—


«Él siempre nos ha dicho que somos la individualidad de él aquí en la Tierra»

Quizás estemos empezando a recordar que somos el todo y que nada hay que no seamos.

José Acosta


Una vez en mi camino toqué fondo.

Mi desespero me hizo dudar, el sufrimiento se había apoderado de mis pensamientos, solo quería terminar, ya no podía más y creía que no merecía lo que me estaba pasando, era increíblemente doloroso, por qué me preguntaba, si ya me había entregado y lo había dejado todo, ¿qué más quería de mí?

Mis lágrimas bajaban por mis mejillas sin desconsuelo ni atisbo de poder parar… ¡sin saberlo me había rendido al fin!

Le dije intensamente desde mi verdad, desde mi estado emocional, sin negociación alguna, que conmigo se había equivocado, que yo no era lo que él creía, que había fracasado, que había metido la pata y que ya yo no podía volver para atrás, no porque quisiera hacerlo, sino porque ya no podía ser aquel que fui, ¿qué iba a ser de mí?… y sí, pasó por mi cabeza regresar al hogar.

El caso es que de manera inesperada acudió a mi llamada de forma intensa y serena y me dijo tranquilo, con voz apacible y sosegada:

— Lo estás haciendo bien…

Mi asombro fue mayúsculo, y mi enfado muy intenso.

—¿Cómo me puedes decir eso?…

— Eso dice mucho de tu fortaleza… exclamó.

— Has tardado en rendirte estoicamente aguantando el dolor hasta comprenderlo, a todas las personas que van a ti, les duele…

—Pero ¿acaso yo no soy una persona humilde para recibir tal castigo en forma de dolor…? —así pensé y así se lo transmití… y me comentó:

— No tiene que ver con tu humildad, sino con tu resistencia a querer ser de una manera determinada, proyectada por ti y tus pensamientos y la única manera que lo has podido hacer consciente es a través del dolor, descansa ya…

Aun así, arremetí con furia dentro de mi lastimable estado de salud y le dije de manera vehemente:

— Me he desmayado tres veces del dolor, no he podido levantarme de la cama durante 2 meses, 24 horas del día, días tras día con dolor… entonces, ¿en qué he servido?…

Tú eres como yo — me manifestó — debes vivir para vivir…

— ¿Cómo?, ¿yo como tú?, eso no es cierto y lo sabes…

Seguía rabioso y lleno de ira por el dolor tan intenso, estaba extenuado, ya no podía más, había tocado mis catacumbas, ciertamente ya me daba igual, había llegado a la entrega total. Me solía pasar siempre así cuando ya no podía más, había perdido el miedo de ser tal y como era, era así y no podía traicionarme, no podía ser algo que no era y engañarme en lo que sentía; sentía desespero, angustia, despecho, pesimismo, exasperación, dolor, mucho dolor… y me preguntó:

— ¿Qué diferencia crees que hay entonces entre tú y yo?…

A lo que le respondí de manera rápida y espontánea, con un llanto desesperado lleno de frustración y devastación:

— Que tú eres perfecto y yo no…

Aun recuerdo la risa que soltó, la gran carcajada que le oí; fue una risa templada y muy tranquila, ciertamente el perplejo que me produjo fue menor que la claridad de su sonido armonizado… y me dijo después de manera pacífica y reposada:

— ¿Osas decir que si YO SOY perfecto creo la imperfección?

Y ahí lo entendí todo, lloré intensamente por haberme encontrado, ya lo había entendido…

— Ya acabó todo, ahora descansa…

Me recuperé en tres días y empecé a caminar de nuevo, sabiendo que…


TAL Y COMO SOMOS, SOMOS PERFECTOS CADA UNO DE NOSOTROS, TODO LO DEMÁS ES NUESTRA PERCEPCIÓN


Antes de terminar el texto y dejarte, querida, querido, compañera, compañero de viaje, quiero decirte que le di las gracias acaloradamente, vi el abismo y me tiré confiando en que esas alas que no veía de mí, se iban a abrir y así fue.


«Confía en tus alas, todos y cada uno las tenemos aunque no las veas ni las sientas… ¡ellas están ahí!»

«Dios es la vida y la vida somos nosotros, entonces nosotros también somos Dios»


#Gotitasdeagua888 💦

LA PERCEPCIÓN DE LA MORALIDAD
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LA PERCEPCIÓN DE LA MORALIDAD


Es inevitable en ocasiones caer en ese pensamiento moralista y educado de comparación con los demás que tantas veces nos daña. Muchas veces, al pensar en ello, nos damos cuenta de que el amor al otro está sujeto a una serie de exigencias morales que a veces son difíciles de recorrer y también muy difíciles de superar.

En ocasiones, mientras transitamos todos esos pensamientos de recelo, de duda, se activa en nosotros de manera intensa las ganas de excluirnos o excluirlos de nuestras vidas, por ese juicio sutil y a la vez lleno de matices profundos, penetrantes, agudos e incluso por momentos, insufribles. Es complicado aceptar, cuando desde nuestra visión del mundo percibimos el desorden de sus experiencias o sus elecciones incoherentes con quienes han sido y ahora, a lo mejor, también son.


Es el camino que han andado y aún andan, y siendo conscientes por nuestra parte de que debían vivirlo para el encuentro con ellos mismos, es arduo y exige mucho…

-«esfuerzo»- -comprensión- -entendimiento- -discernimiento- -condescendencia- -tolerancia- -bondad-


Es una cerrazón; nuestra actitud nos mantiene excesivamente firmes en nuestros pensamientos morales, nos resulta inverosímil saber que sí que fueron así, que sí que eran esas personas, por más inconcebible o increíble, o rocambolesco que nos pudiera parecer. El caso es que nos obstina, esa es la verdad, aunque nos pueda resultar penoso, complicado, enrevesado… pero en ocasiones así es la verdad.

La teoría es otra cosa. 🤔…

Muchos sabemos nadar, no obstante, muchos sabemos desde fuera del agua y es en el agua cuando nos hacemos conscientes de si sabemos nadar o no. De repente, sin previo aviso, con mucha algarabía, hay mucho movimiento en la relación, justo cuando nos encontrábamos en un momento de armonía y además exaltados por el entusiasmo y el apasionamiento de sentirnos en la magnitud de unión con el otro.


La gran viveza de sentirnos mágicos.

—¡EL UNO PARA EL OTRO!—

Y ocurre sin más, nos enteramos de algo sobre la persona con la que compartimos vida, al principio queremos que no sea verdad, que sea de esas visiones como en los sueños, pero poco a poco nos damos cuenta de que eso no es posible y tenemos que afrontar algo que nos duele muchísimo. Todo por momentos se desvanece, la estabilidad con la que vivíamos se acaba de esfumar, así sin más, observar el efecto que tienen las decisiones tomadas por el otro, en un determinado momento de su vida.

Sus negaciones a sí mismo, sus resistencias a su veracidad, sus mentiras defendidas a ultranza. Incluso el cómo algunas de sus grandes verdades en la vida, son sus propias falacias, que además han alimentado y en ocasiones aún alimentan el sentido de su vida.

—Ciertamente ¡es muy duro, complicado y laborioso!—


No es plato de buen gusto y tenemos que hacer uso de nuestra templanza y del vigor del amor que hay en nuestro interior. A veces, mientras transitamos ese proceso, el suelo que pisamos se tambalea; hay falta de confianza y ha aparecido de manera sorpresiva, inesperadamente, sin tiempo a prepararnos.

Exponiendo una verdad vivida que no encaja con nuestra percepción moral y todo queda por momentos, suspendido en el aire; nos notamos advertidos e interrumpidos, en suspense. Apreciamos cómo la inseguridad cobra todo el protagonismo del momento…


Esa vulnerabilidad activa nuestra defensa y nos protegemos ante el posible dolor de habernos entregado tanto y quizás habernos equivocado.

Empieza la frustración a hacer su aparición persistentemente; nuestra proyección de cómo lo habíamos imaginado cae, se viene abajo y por momentos empezamos a peligrar, titubeamos, oscilamos y vacilamos por falta de consistencia o equilibrio.

No contábamos en nuestra simulación pensada con esa verdad.

Nos sentimos contrariados, desengañados y decepcionados…

La impotencia invita a la frustración, arremetiendo con mucha intensidad para justificar la gran pesadumbre que nos produce esa visión, la de compartir la vida sin certidumbre con alguien que creíamos que conocíamos, que era de una manera determinada, y se nos desmoronó su imagen.

Todo se convierte en una inesperada sospecha; es el resultado adverso a lo que esperábamos, lo sentimos como un fiasco por no saber de quién nos hemos enamorado…


—¡Es miedo y es natural que lo sintamos!—

A veces es muy difícil, pero ya somos conocedores de que la vida es proceso y el proceso es tal y como es.

Nuestra confianza debe ir más allá.


Debemos dejar las razones que alimentan nuestro miedo y confiar en nosotros mismos, en nuestra elección, quizás estamos reprogramando y ordenando la moralidad y sus razones, gracias a la duda y el desasosiego.


«La imperfección por fin se atreve a pedirle matrimonio a la perfección»


A lo mejor eso que percibimos y sentimos del otro es verdad, sin embargo, a veces ni ellos mismos son conscientes, o no se han dado cuenta, o no lo han percibido de ellos mismos… Si somos proceso, también ellos están en su proceso de encuentro y el hecho de poder «equivocarnos» por creer en ellos no es sinónimo de fracaso… sino muy al contrario, de entrega y compasión.

Es FE en nosotros, en nuestros pasos.

Es acompañarnos mientras nos ORDENAMOS a través de la coherencia del discernimiento que nos permite nuestro encuentro. —Estamos viviendo el proceso de CONFIANZA en nosotros mismos


De la entrega, valentía y el coraje que define la FE en nosotros y en nuestra humanidad, evidentemente con el ORDEN de lo que sentimos… ¡Siempre vamos a salir victoriosos!, no hay fiasco posible, ni burla de la misma vida. Es amor propio lo que experimentamos a través del prójimo, que nos permite vernos y armonizar las acciones que definen nuestro amor. Las personas merecemos la pena, vivamos lo que vivamos para encontrarnos; por supuesto que no soy iluso, ni vendedor fantasioso de una idea del amor, ni inocente y tampoco ingenuo.


«Amar también es decir NO»


Lo que sí que yo soy es un «soñador», sensato y realista, acertado y cabal por saber y sentirlo en mí, que bien merezco la pena, aun habiendo experimentado en ocasiones mi oscuridad.

—ELLA ME ENSEÑÓ MI LUZ—

Por eso tiendo mi mano a los demás. A mí me aportan siempre e incluso para crear juntos, si así lo eligiéramos… porque cuando el miedo se ordena, el amor manifiesta su riqueza y resplandecemos nuestra brillantez.

¡El que esté sin pecado, que tire la piedra!


«Amar es respetar el proceso de encuentro del otro», dejemos de culpabilizarnos entre nosotros y mimémonos minuciosamente. Hagámoslo con ternura y afecto mientras aprendemos y recordamos que dejar ser a los demás es posible cuando nos permitimos SER nosotros. El AMOR INCONDICIONAL hace su aparición con suavidad y firmeza, para que cuando hayamos vivido el proceso, sintamos que estaremos para el otro porque AMAMOS, porque nos AMAMOS y darle continuidad y perdurabilidad. 💦


#Gotitasdeagua888

DESNUDARNOS
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DESNUDARNOS

Solemos estar tan inmersos en la idea de cómo debemos de ser, que siempre hay algo de cómo somos que no nos gusta de nosotros; es altísima la exigencia que tenemos para ser de una manera determinada…

¡Depende de nuestra creencia!

Cuando somos capaces de desnudarnos, aun con miedo, deja de importarnos cómo nos ven y también la opinión que tienen de nosotros.

Empezamos a SER libres por hacerle frente y dar la cara al temor, afrontando la probable cobardía e incluso el posible pánico que nos limita. Las alarmas del pavor se silencian, y aparece la confianza en nosotros mismos; la autoestima nos enuncia con serenidad el VALOR que tenemos.


«Somos únicos y originales»


Me pregunto: ¿Quién o quiénes dijeron cómo debíamos de ser?… ¿Fuimos nosotros?…

A lo largo de la vida siempre ha habido cánones, reglas, pautas, guías… normalmente llenas de intereses de dominio para poder tener el control.

A veces hemos sido conscientes y otras no, y eso nos ha ido generando pensamientos, razones, senderos… Para sentirnos personas con notable reconocimiento y salir «victoriosos» tras la teórica comparación con los demás; las hipotéticas pruebas de validez y digo, teóricas o hipotéticas, porque no son tangibles, pero para mí, sí que son ciertas y verídicas; como por ejemplo la moda, qué importante es estar a la moda, o de moda, el estatus que nos reporta, el grado que nos representa.


Eso nos ocurre en cualquier aspecto de nuestra vida. Uno de los más apreciables es con nuestro aspecto físico, las medidas y la inevitable vejez… En ocasiones, las operaciones son a doquier para aparentar y estar a la altura que creemos que es la óptima, por estar sometidos a un examen continuo y agotador de nosotros a nosotros mismos, a través de nuestra creencia (pechos, nariz, labios, arrugas), etc.


Cuánto dolor pasamos… que justificamos a través de nuestras razones, esas que provienen de nuestro raciocinio, argumentos que justifican tal vez nuestras propias limitaciones, esos condicionamientos, restricciones a sentirnos libres, sin juicios…

—Tal y como somos—

Se ha convertido en «pecado» hasta el proceso natural de la edad, exigencia que nos asfixia, nos limita en un mar de complejos, de inseguridad e inferioridad.

—¿Y si es producto de la educación competitiva que tenemos?—

A lo mejor deberíamos reflexionar sobre esas nuestras barreras de validez.

Tal vez pensamos, por ese aparente «complejo», que dependiendo de la edad, ya no podemos ganar, o al menos aparentarlo según esos cánones y de ahí, esa carrera larga evitando el miedo pensado, deducido…

—En ocasiones es tortuoso—.

—¿Y si no es ganar, ni ser mejor que nadie, sino simplemente ser nuestra mejor versión, ser nosotros mismos, tal y como somos?—


Quizás acabaría la agonía de tener que aparentar o mostrarnos de una manera determinada o específica o «decretada». Posiblemente, si hiciéramos conscientes por qué nos sentimos limitados, probablemente seríamos libres.


Porque somos conscientes de quiénes somos nosotros y por tanto aptos, capaces, competentes y por supuesto SUFICIENTES. A veces nuestra estima está tan deteriorada que pensamos que debemos intervenir en todo lo que aparentemente nos acompleja, como la flacidez, las arrugas, que determinan nuestra edad. Tal vez así recuperaríamos la estima y el valor de ser nosotros mismos y me pregunto…


—¿Eso es cierto o siempre hay algo, otra cosa que nos delimita?—

He visto personas que empezaron operándose lo que a priori los acotaba y convirtieron su vida en el eterno anhelo de la ilusión de poder operarse todo lo suficiente, todo lo que les era necesario para conseguirlo y así, así, así… siempre había algo más. Quizás no hemos observado que no es mejorar el complejo que tenemos, sino «no crear el complejo».

A lo mejor podríamos empezar a hacerlo, adquiriendo la consciencia de la vehemente comparación de la fuerte, potente y penetrante imposición social de cómo deberíamos ser. —No es una crítica, solo hago la observación—

Son muchos los que me dijeron que querían recuperar su estima y no les funcionó.

—¿Y si nos desnudamos y perdemos el miedo a la aceptación, a la validez, a la autenticidad?—

Sé que puedo generar controversia, que no pretendo; solo aporto criterios de mi percepción, que no la verdad absoluta. Sé que cada vez que acepto el miedo a aceptarme tal y como YO SOY.


A sentirme válido.

Ser auténtico y original.

YO SOY LIBRE cuando lo armonizo.


También me ocurre cuando lo acepto y lo afronto de igual forma con respecto a los demás, que conmigo formamos el colectivo. El miedo a que no me incluyan o que no me reafirmen… Cuando eso ocurre y me atrevo a desnudarme, libero mis miedos y descubro que todo era una percepción de mi creencia y llega el ORDEN que me hace sentir libre. El AMOR PROPIO y, desaparece la necesidad de querer ser de una forma o manera, ya no necesito «operarme»…


«Porque YO SOY así y así es como YO SOY»


«Un SER LIBRE por afrontar el miedo a desnudarme tal y como YO SOY» 💦


#Gotitasdeagua888